sábado, 27 de febrero de 2010

Baile de graduación

Agradecimiento: NáN&Son

Por si alguien pensaba que el perreo chacalonero era una mera manifestación del cantar de la plebe, de los entusiásticos personajes de peluche de los dibujos animados, algo propio de gente que se dejaba llevar pos sus impulsos más básicos,  empapada por la cultura basura y arrastrada por un afán irrefrenable de expresar con su cuerpo aquello contra lo que tantas metáforas se han estrellado, le presento esta prueba  audiovisual.

Y es que el perreo chacalonero ha llegado a las aulas, convirtiéndose en todo un rito iniciático de superación de la pubertad, siempre de la mano de una madurez intelectual, que en ningún caso entra en contradicción con el choque de huesos pélvicos. Esta vez nos encontramos ante un perreo totalmente amateur: ni nos encontramos con voluntarios exaltados sobre el escenario, buscando tal vez merecido premio a su procacidad, ni ante protagonistas en celo de dibujos animados, refregándose en busca de su sexo inexistente.

Pero sobran las palabras: contemplen la función de fin de curso.

2 comentarios:

  1. ¿Pero es que estos educandos no tienen pedagogos que les guíen, que les pauten; no tienen padres que velen por el recto crecimiento del arbolito que plantaron, no gozan de la luz con que la Santa Madre Iglesia despeja las tinieblas del pecado?... Y si tan lamentable espectáculo se desarrolla en el patio del colegio, a la vista y al jaleo de "propios y extraños", ¿qué grado de sevicia alcanzará la danza en el espacio cerrado del baile del gimnasio?

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  2. Por si acaso, Sap, ya me he inscrito en un gimnasio colombiano.

    Da gusto ver cómo el padre graba desde lugar privilegiado a su niña. "¡Qué bien me baila!", exclamaría.

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