Es lo que siente uno al leer La conjetura de Perelman, de Juan Soto Ivars. En realidad, la lectura de la novela me ha causado la reconfortante satisfacción que nace de las expectativas cumplidas. La sinceridad con la que Juan me ha hablado siempre de la escritura y del mundillo literario me confirman que estamos ante un autor que no abandona al lector al aburrimiento, ni se mira el ombligo para arrojarnos pelusas. Inteligente y entretenida, La conjetura de Perelmán, al margen de disquisiciones literarias, es una película que se deja ver sin necesidad de aguzar la imaginación. Merecería ser rodada por los hermanos Coen o un Tarantino en sus mejores momentos.
Porque esta es una novela en la que, sobre todo, pasan muchas cosas y en la que los personajes están muy bien perfilados. Uno se enamora de la sensual arrogancia de Mary Parsons, trata de averiguar qué se cuece en la mente de Perelmán y puede oler el aliento de Kurmonov. Y eso es una mano ganadora que cualquier historia debe poseer: crear personajes que podríamos reconocer por la calle. Si a eso le sumamos las pinceladas de humor grotesco, por momentos descacharrante, la parodia política (¡larga vida a Golia!) o un desparpajo estilístico que asume sus riesgos, utilizando aguijonazos poéticos en su justa medida, no es de extrañar que sienta una especial afinidad por obra y autor. Una suerte haber conocido a ambos.
domingo, 19 de febrero de 2012
miércoles, 15 de febrero de 2012
PROFILAXIS
―Es
como aquella mítica campaña prelunch de
la ONCE, la de El Cuponazo y la cola interminable de fichas de dominó humanas.
Claro, es normal que no la recuerdes, porque tú serías una cría entonces. No,
mejor no me digas la edad, porque soy capaz de arrepentirme de estar hablando
contigo. Pues hazte a la idea que fue la tomadura de pelo más exitosa de la
historia de la televisión española, una enorme serpiente… que digo, un churro
inmenso que atravesaba el paisaje urbano
y las débiles defensas de la cultura audiovisual de los consumidores
ochenteros. Un churro que le salió a los cieguitos por un pico y que forró de billetes
y de coca a los creativos de la agencia, que en realidad se habían limitado a
copiar la estrategia de la televisión americana. No es que ahora sea distinto.
Se copia igual, pero ahora la venta de formatos e ideas está más regulada. Por
aquel entonces, cualquier tarado con un morro más grande que su antena
parabólica podría dárselas de genio. Espera, que te pido otra copa.
Ella
le observa alejarse hacia la barra y aprovecha que ya no puede verla para
resoplar a gusto. Necesita estar mucho más borracha para aguantar aquello.
Apura de un trago la ginebra aguada del fondo de la copa y un cubito choca con
la punta de su nariz. El hielo le transmite la misma sensación que la charla
del publicista, pero esboza la mejor de sus sonrisas cuando éste vuelve a la
mesa, con dos copas en la mano.
―Ahora
todo el mundo se hace el entendido con los gintónics, van a pubs especializados
para pagar casi el doble por una copa, porque el último recurso de los
ignorantes es compartir una moda . Y la creación de modas es necesaria para
mover el mercado, así que todos contentos. Dentro de poco será el vodka, pero
de momento todo el mundo se deja tomar el pelo por unos granos de pimienta y
unas rodajas de pepino. Yo vengo todos los días a este bar y saben que no me
pueden tomar el pelo. Larios y Schweppes, bien cargaditos. No hay nada mejor
que reinventar la sofisticación. Yo siempre he sido de Schweppes y no por
casualidad. Fui yo quien descubrió a Bernard le Coq, el actor francés de los
anuncios de tónica de los ochenta. Tenía una fisonomía gris que daba mucho
resultado, un aspecto de oficinista medio, pero simpático e inteligente, algo
pillo. En realidad, era un cabronazo que traía loco a la compañía, porque
dependieron durante demasiados años de su imagen y el puto gabacho se creía con
derecho a ejercer el derecho de pernada con todas las becarias. Si por aquel
entonces te hubieras cruzado en su camino.
La
chica no disimula el gesto de desagrado cuando bebe el primer sorbo de la copa.
Está cargadísima y le da la sensación de estar siendo desinfectada, para que su
estómago pueda digerir la conversación. Hace poco que ha entrado a trabajar en
la agencia, pero las fantasías que tenía sobre el glamour del mundillo
publicitario se están desvaneciendo. No puede apartar la mirada de la barriga
del hombre. Le falta un botón de la camisa y de vez en cuando asoma, como un
ojo de sepia, su ombligo, ribeteado por una pelusa. Se abotona el escote de la
blusa, fingiendo que hace frío, en un gesto instintivo de defensa.
―Pero
ahora las becarias no tenéis por qué tener miedo. Sólo os queremos explotar
laboralmente, hay demasiado miedo a las denuncias de acoso. Así que puedes
hacerte a la idea de que, si no estuviera yo, te exprimirían hasta echarte a la
calle. Siempre ocurre así. Es una pirámide predadora, en la que unos se
apropian las ideas de otros. Los que estáis en la base sólo podéis aspirar a
hacer menos horas por la patilla, como decís ahora. Tienes suerte de que haya
visto en ti a alguien con un talento en bruto. La idea que tuviste con lo de
los condones era cojonuda. Cojonuda, ¿ves? Si es que no puedo evitar ser
ingenioso. Claro que luego la tuvimos que modificar bastante para adaptarla al
cliente, pero ya te acostumbrarás a esas cosas. Al principio pica, pero Manu
dejó muy claro que no quería nada ofensivo, ningún anuncio que escandalizara a
nadie. Ya sabes que el grupo está en manos de la carcoma. Deben haber acabado
con todos los bancos de iglesia y ahora buscan otros comederos. Pero lo que
venía diciendo. Que tu idea me pareció muy buena, la jovencita dejando el
condón a sus padres, porque quiere seguir siendo la reina de la casa. Pero
quise protegerte de las críticas de los jefes, por eso se la envié yo mismo,
sin meterte de por medio. ¿No vas a beber más? Pues pensé… esta chica sí que
vale. Los tiene bien puestos. De nada, chata. Claro, te espero.
Elena
entró en el baño, buscó tres monedas en el monedero, sacó el cuaderno del bolso
y salió del bar con disimulo. El
camarero, que conocía al publicista de toda la vida, no reprimió la risa al
pasarle el platillo, con una caja de preservativos y una escueta nota que decía
“Para la próxima tonta a la que des por culo”.
domingo, 12 de febrero de 2012
TORNANT ALS POEMETES
Torne al vers com un cadell
alletat per la impaciència,
empassant-me falsos silencis,
fugint de laberints i cabdells
de paraules que s’enganxen a la vida
com una sangonera esclatada,
del posat escèptic del lletraferit
que s’embolcalla de falsos averanys.
Ara que sent com brolla el crit,
que el circ de versos encerclats
m’ofrena el cadàver del trapezista,
em reconec ajagut sota la pluja,
deixe que el meu cor s’assaone
amb la senzilla imminència de la nuesa.
__________________________
Vuelvo a los versos como un cachorro
amamantado por la impaciencia,
tragándome falsos silencios,
huyendo de laberintos y ovillos,
de palabras que se enganchan a la vida
como una sanguijuela reventada,
de la pose escéptica del letraherido
que se envuelve con falsos augurios.
Ahora que siento como brota el grito,
que el circo de versos cercados
me ofrenda el cadáver del trapecista,
me reconozco tendido bajo la lluvia,
dejo que mi corazón se sazone
con la sencilla inminencia del desnudo.
alletat per la impaciència,
empassant-me falsos silencis,
fugint de laberints i cabdells
de paraules que s’enganxen a la vida
com una sangonera esclatada,
del posat escèptic del lletraferit
que s’embolcalla de falsos averanys.
Ara que sent com brolla el crit,
que el circ de versos encerclats
m’ofrena el cadàver del trapezista,
em reconec ajagut sota la pluja,
deixe que el meu cor s’assaone
amb la senzilla imminència de la nuesa.
__________________________
Vuelvo a los versos como un cachorro
amamantado por la impaciencia,
tragándome falsos silencios,
huyendo de laberintos y ovillos,
de palabras que se enganchan a la vida
como una sanguijuela reventada,
de la pose escéptica del letraherido
que se envuelve con falsos augurios.
Ahora que siento como brota el grito,
que el circo de versos cercados
me ofrenda el cadáver del trapecista,
me reconozco tendido bajo la lluvia,
dejo que mi corazón se sazone
con la sencilla inminencia del desnudo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)