sábado, 11 de abril de 2015

Y NOS DIERON LAS TRECE


 ― No me vengas ahora con remilgos. ¿Quieres volver a vivir de alquiler en un piso de mierda, o pagar en dos años el dúplex que te has comprado en Tirso?

― Quiero ser yo mismo.

― Perdona, pero mi obligación como tu representante es recordarte que la única circunstancia bajo la que se te permite ser tú mismo es cuando te sientas en la taza del váter por las mañanas.

― Muy gracioso, pero me prometiste que si Adoquines lacerados llegaba a ser disco de platino, podríamos reconsiderar dar un giro a mi carrera.

― Y lo vamos a dar, del disco de platino, al tabique de platino. Mira, nos vamos a hacer de oro si me haces caso y seguimos en esta línea. Estoy harto de tratar con cantantes con aspiraciones artísticas y nulo olfato comercial. Para eso estoy yo y aunque reconozco que las baladas de amor tienen su público, las canciones que compone Sebas para nosotros son rompedoras.

―Sí, pero no pegan nada con lo que quiero expresar.

―Hipoteca amortizada. Trata de expresar eso. Hipoteca amortizada.

―No puedo contigo… ¿y el tema del acento?

― ¿Qué problema hay con el acento?

― Pues que ya pasé por el cambio de nombre, es algo normal en el gremio. Pero de nacionalidad…

― Me vas a decir que un burgalés tiene más garra que un porteño. Si quieres, hacemos una rueda de prensa para comunicar que Matías Sanguinetti pasa a llamarse José Antonio Pérez. Verás como más de una se sube las bragas.

―  Es que estoy harto de impostar el acento, siempre me han caído mal los argentinos, me parecen malabaristas, poco fiables.

― Pero eso es sólo porque se acostaban con tu mujer. Es broma, es broma, no me pongas esa cara. Por cierto, hablando de tu mujer… ¿has pensado en separarte de ella? Tengo a un par de modelos dispuestas a aparecer en las revistas del corazón enrollándose contigo en la playa. A una de ellas la encontraron el mes pasado dormida en su camerino con una jeringuilla colgando, es perfecta.

― Nacho, te recuerdo que Ambrosia y yo llevamos felizmente casados desde hace veinte años.

― Sí, casi desde vuestra primera paja. No veas tú la mala imagen que da eso, puede valer para acabar convertido en muñeco de cera o en Ana Belén y Víctor Manuel, pero el 80% de las personas que compran tus discos son mujeres. El otro 20%, calzonazos que se lo compran a sus novias. Y no hay ninguna de ellas, o incluso de ellos,  que no deje de fantasear con que te la lleves al catre y le arrees una buena tunda.

― Todo esto me lo dices porque eres un desgraciado que no cree en el amor.

―  Y tú eres la reencarnación de Perales, pero Dios te dio el don de tener cara de hijo de puta, aunque seas un blando. Y los hijos de puta capaces de enlazar dos rimas y subirse a un escenario, triunfan. Hijos de puta que no tienen mujer, que se acuestan con cualquiera y se ponen hasta las trancas. Hijos de puta con barba de tres días y sábanas sucias, con cara de comer todos los días carne de perro, hijos de puta de sombrero ladeado y sonrisa torcida. Mira, toma.

― ¿Y esto?

―No entres en pánico. Son unos polvos de talco aromatizados.

― ¿Quieres que me los ponga para oler mejor? Si me dijiste que era bueno estar desaliñado y oler a sudor y tabaco.

―No, quiero que te pongas un poco por encima de la pechera y aquí en el borde de la nariz. Aquí y aquí. Perfecto, y ahora a la rueda de prensa.

―Pero van a pensar que es…

―Van a pensar que el rey de los canallas cabalga de nuevo. Y recuerda: hipoteca amortizada. Si es que si no fuera por mí…