Y tal vez
bajo la aparente convergencia
de pasos propios y ajenos,
bajo el mordisco de las grapas
en el libro en blanco en el que espero,
descubramos la precisa encrucijada:
allá donde los vientos se abrazan
con la fluida curvatura de los indicios,
sobre la forja de mi quiebra,
y hay señales que se crean o se anhelan,
pataleando sin remedio
en el ámbar de tu mirada.
23-04-2007
precioso :)
ResponderEliminar¡Ay! (suspirillo)
ResponderEliminarQué blandita estoy...
Sólo digo que no se puede luchar contra el destino, ni para bien ni para mal.
bss
Mejor dejarse llevarse, etdn, sin gasto excesivo para lanzar un brazo reposado a agarrarse donde se pueda.
ResponderEliminarQuerido alce: las geometrías de tus poemas (a lo mejor es casualidad porque he leído casi nada) dejan espacio, sin aspavientos, a lo sentido.
(porque de la foto de cartela, tú eres el alce grandote, ¿no?)
¡De eso no cabe duda! En ese cruce de miradas entre el doctor y el alce, acaba imponiéndose el animal. Estoy en proceso de alcificación.
ResponderEliminarLa verdad es que mi poesía antes era mucho más retorcida y con fuegos de artificio. Es casi un lugar común entr los poetas: uno se va depurando para optimizar los cartuchos, hasta que acaba liándose a puñetazos.
¡Qué gran definición de la sustanciación de la poesía!
ResponderEliminarPara los viejos de puños quebradizos, ¿valen los escupitajos?