domingo, 8 de noviembre de 2009

Pérsimon / Persimón


Más allá de la inumerable oferta  de marcas con hache inicial que uno puede encontrar en Mercadona (hace poco descubrí que unos chinos habían abierto en Torrejón de Ardoz un Mercachino, con la misma tipografía que el Mercadona original, pero ello merece artículo aparte), la sección de Frutas y Verduras me proporcionó un entrañable shock.

Descubrí el persimon, un caqui de pulpa dura, cuya mera eufonía desató en mi maltrecho intelecto un simpar despliegue de disquisiciones ociosas que terminaron por provocarme una media sonrisa preocupante para cualquier observador que hubiera reparado en ella.

Al ser palabra nueva, el término usado para designar a este caqui dulce turgente y erecto, de aspecto engañosamente verde y prometedor de asperezas, decidí arbitrariamente que la sílaba tónica debía ser la última, convirtiendo el persimon en persimón. La denominación resultaba así no sólo mucho más vigorosa, sino que cobraba tintes heróicos. En efecto, Persimón podía haber sido perfectamente uno de los argonautas de Jasón, que en busca del Vellocino de Oro, partieron hacia la Cólquida. Y seguramente fue la propia Medea la que desveló al joven Persimón el arte de obtener en las frutas y doncellas de Tesalia una textura recia que soportara el paso del tiempo, sin renunciar a su dulce sabor.

En la aclamada adaptación cinematográfica del mito de Jasón y los Argonautas fueron suprimidas las escenas en las que Jasón se defiende de los esqueletos con la ayuda de un caqui endurecido por Persimón. Claro que en el mito tampoco salían esqueletos articulados.




Si marcamos el acento en la antepenúltima sílaba, nos encontraremos ante la innegable existencia (basada en la mera resonencia fonética en mi maltrecho imaginario) de Sir Pérsimon, uno de los seguidores de los caballeros de la Mesa Redonda, sucesor en la búsqueda del Santo Grial. Su periplo le llevó hasta Persia, donde descubrió la dulce fruta, utilizada para aliviar las secuelas del exceso de alcohol. En su afán por salvaguardar su identidad, cubría su rostro con una máscara en forma del fruto al que daría nombre, aunque algunas fuentes afirman que se trataba del mismísimo Sir Láncelot, avergonzado tras el descubrimiento del tomate de su relación con la reina Ginebra.



Al margen de todas estas disquisiciones históricas, la palabra persimón o pérsimon (al gusto), tiene efectos balsámicos. Pronuncie el lector en voz alta tres veces el nombre de la fruta, y sentirá al instante cómo su humor mejora notablemente. Es un hecho contrastado que no quiero dejar de recomendar, pero que debe realizarse con total seriedad, tratando de visualizar la fruta, sostenida con firmeza en la mano, para ser mordida y disfrutada, como lo va a ser el día que uno tiene por delante.

PER - SI - MÓN (mordiendo)
PER - SI - MÓN (paladeando)
PER - SI- MÓN (deglutiendo)

5 comentarios:

  1. xD, ya echaba de menos leer entradas así ;)

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  2. Están inquietantemente ricos, y son buenos para la resaca. Aunque no es lo mismo que un buen caqui maduro, con sus churretes.

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  3. Hola! Me ha llamado mucho la atención tu post sobre el persimón porque yo mantengo un blog basado en esta maravillosa fruta, el persimón. ¿Te interesaría intercambiar un enlace? Yo te puedo ofrecer enlaces en algún otro de mis blogs. Un saludo!

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  4. ¡Fantástico! El persimón merecía un blog para él solito. Por supuesto que te enlazo ;)

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