Tú es que eres muy joven para entender lo que
es el ritmo. El ritmo, no esta bazofia atronadora. Chunda, chunda, que no sé ni
qué hago aquí metido. Lo que te decía. Mi primera exposición se llamó Swing,
ahí es nada. ¿Cómo? Vale, vale, no me pego tanto. Pero es que si no no me oyes, nena. No te
preocupes, que no muerdo. Cuando yo tenía tu edad sonaba Benny Goodman en la
radio y bailábamos caminando, como si el cuerpo silbara a cada paso. La calle
era nuestra y todas las palabras eran esdrújulas, elásticas, rítmicas. Ahora os
pasáis los días pegados al móvil, como estatuas de sal. Condenadas por haber
girado el rostro para ver la mierda de vida que dejan atrás. Lot, mujer de Lot,
flor de loto. ¿Te has fumado alguna vez tus miedos, te has atrevido a saltar de
verdad al vacío? No pongas esa cara, es toda una experiencia. ¿Quieres otro
cubata? Toda mujer tiene un trazo particular, por eso me gusta pintaros. No, no
soy famoso. Yo era muy outsider, pero pintaba a auténticas bellezas. Hubo una
actriz de cine francesa, que… En fin, es de mal gusto hablar de esas cosas. Lo
que te decía. El ritmo es lo más importante, mi auténtica obsesión. La pintura
es música y viceversa. No hace falta chascar
los dedos para tener ritmo, ni subirse al podio a bailar como tu amiga. Menuda
loca, se le ve todo. Una mujer recostada como una pantera puede tener más ritmo
que un negro aullando a la luna. Ritmo, ritmo, ritmo. Me repito, lo sé. Todas querían
que las pintara porque a ninguna le gustaba morirse poco a poco y arrugarse
como una promesa olvidada. Mis cuadros acababan siendo inútiles. Es imposible
atrapar belleza. Tú, ahora mismo, mirándome con esos ojos como platos, eres
única. Todas las mujeres que he pintado se sentían dignas del arte, merecedoras
del baile de mis pinceles. Todas como cabras, con sangre de pelirroja ¿Otra?
Menudo saque tienes, pero es lo menos que puedo hacer por la turra que te estoy
dando. Tienes unos ojos preciosos, me recuerdas aquella noche en la que mire a
Medusa cara a cara. El ácido tiene esas cosas. Sí, ácido. ¿Ahora no te parezco
un viejales, verdad? A ver si te das cuenta de que voy de buen rollo. Tom Wolfe
tiene un libro cojonudo sobre… vale, lo he pillado, no es el momento de hablar
de libros. Lo que menos quiero es aburrirte. Tú no te das cuenta, pero llevamos
un buen rato bailando. No, no voy de listillo. Que sí, joder, que tomábamos
ácido de verdad. L.S.D. Menudos viajes, algunos de mis mejores cuadros los pinté
flotando a un palmo del suelo. No te oigo. ¿Cómo? Ah, sí, tengo guardado algo
en casa para las ocasiones. Ojito, hay que tener cuidado con los malos viajes y
nunca lo tomo solo. Para pintar es mucho mejor fumarse un buen canuto de
hierba. Anda la pillina, mira como ahora sí me haces caso. No tienes un pelo de tonta, mi querida Lolita.
Ya, ya sé que no te llamas Lolita, déjalo estar. ¿Cómo? Claro que podemos ir a
mi casa. Si te lo curras, puedo hasta hacerte un cuadro. No te rías, ya verás
como al final te va a acabar gustando el swing.
No hay comentarios:
Publicar un comentario