jueves, 4 de octubre de 2018

SIN RODEOS

Podría haber sido cauto, alegar cualquier excusa para hablar a solas, dejarse ver en las reuniones semanales de la parroquia, mostrar cierto desinterés interesado cuando había más personas presentes para picarla y atraer su atención, buscar aficiones comunes, anotar cuidadosamente sus gustos, los pequeños detalles que son la llave del triunfo, recordar sus lecturas de juventud, asimilar los pasajes más didácticos del Ars Amandi de Ovidio y fantasear con las escenas del Decameron de Boccaccio, hacerse el encontradizo, tantear con sumo cuidado qué tipo de humor le hacía gracia, encontrar sus puntos débiles, investigar sobre sus relaciones anteriores, entender qué habia fallado para mostrar la cara opuesta, definir qué podía estar ella buscando, pero Luciano Martín no era persona de rodeos y metió la mano por debajo del refajo de Jacinta, aprovechando que se había agachado a recoger el rosario que se le había caído al suelo, echando así al traste cualquier atusbo de romanticismo y recibiendo un bastonazo que lo dejó seco y cortejando a los gusanos.

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