lunes, 19 de julio de 2010

Aquí me quedo

Nada más y nada menos que uno de esos momentos en los que uno pone una marca en el camino o dobla la esquina de un libro, un aquí estuve, aquí me quedo, de la forma más frívola y gratuita posible: la mirada del miope adherida a los objetos más cercanos, limpia de cristales turbios, el verde hirsuto del césped convertido en un pequeño bosque por el que lanzar la mirada en pos de una liana con la que cortar este caldo que no viento de calendas y distraerse en las mil y una burbujas de la cerveza más fría del mundo, mientras ella habla de saltos y piruetas que no son nunca demasiado complicadas, de viejas historias en blanco y negro con un guión imposible de dictar, aquí se conocieron y el agua de la piscina a mis espaldas parece reposar la tarde, queriendo ser espejo o testimonio, o espalda varada sobre la cama, mientras deseo ser hervíboro, trasegar todo ese color verde por la garganta, quedar en paz con la tierra, husmear los caminos en busca del rastro del Gran Circo, y volver a trabajar como enano borracho para Lynch, en aquel gran espectáculo en el que no son necesarias las redes, donde todos los buenos trapecistas guardamos un vuelo bajo la manga.

3 comentarios:

  1. Uff. ¿Te bebiste toda el agua de la piscina?¿De qué estaba llena, de cerveza?
    ;)

    Gran post, Fleischmann. La musa O´Connell anda cerca

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  2. Sí, y cuando llegue que nos pille cerca, porque de momento esto sólo parece el corcho a punto de saltar, cuando brote el champán va a ser la leche (valga la desacertada comparación líquida).

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  3. O'Connell siempre está a mi lado, es un estado de ánimo, como Cicely ;)

    Cierzo, tan gráfico como real :D

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