miércoles, 6 de enero de 2010

8 1/2



Al fin he visto la película metafelliniana por excelencia, una de esas películas cuyo visionado uno posterga, porque sabe que muere un poco al verla. Hoy ya es el día en el que vi por primera vez Otto e mezzo, el día en el que me sentí identificado con las tribulaciones de Guido (fantástico Marcelo Mastroianni), en el que asistí a una biopsia cinematográfica en toda regla, a una de esas obras a través de las cuales el artista trasciende.

8 1/2 tiene la virtud de ser felliniana en su justa mesura, sin excesos o excesivo barroquismo mágico, por llamarlo de alguna manera. Es todo un ejercicio programático, un discurso elaborado no sólo en torno a la concepción del cine, de la dirección, sino sobre todo acerca del Fellini humano, sexual, contradictorio. Como curiosidad, es recomendable comparar el homenaje a  8 1/2 que hizo Woody Allen en Stardust Memories, una película altamente recomendable, en la que el director neoyorquino plasma también su propio universo, con notables coincidencias (y divergencias, sobre todo en el plano del humor).

Me quedo especialmente con el final, que me ha recordado a la danza de El Séptimo Sello, de Ingmar Bergman. Al fin y al cabo, de tanto darle vueltas a los mismos temas, no nos queda sino bailar alrededor de la pista de un circo. La reflexión (mención aparte merece la figura del crítico que acompaña al director durante casi toda la obra) no nos lleva sino a la certeza de que los bufones, los cómicos y los locos son más sabios que los nobles caballeros, los artistas y los intelectuales. Algo que ya se sabía desde antiguo, pero que no está de más recordar.


2 comentarios:

  1. No está pero nada de más. Siempre que los sudodichos no se lo crean, porque entonces perderían la perspectiva de su sabiduría.

    (hace ya años que... tendré que lavarme bien y volverlo a hacer... he de encontrar una copia de F8yM)

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  2. Hay mucho intelectual bufón, cierto, gracias por recordármelo.

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