Doy por sentado que tienes en cuenta las repercusiones electorales de lo de Juan Ignacio. Que sí, que parece que de una forma u otra tu estrategia de segundo plano hace que salgas indemne, pero esta vez la has cagado bien. Y perdona que te sea tan franco y directo, pero son ya muchos años a tu lado como asesor y creo que pocas veces me he equivocado. No me gusta disfrazarme ahora de suegra gruñona, pero te lo dije, te dije una y mil veces que Juan Ignacio no era de fiar, que le tiraban más las ansias de figurar que la picha o la cartera. A los amiguetes políticos se les amarra por esas dos cosas y, si las rechazan, malo. Fíjate tú la que te ha jugado en esa puta conferencia de presa, con esos aires de superioridad moral que se da, el mentón bien alto y jugueteando con el rosario del bolsillo de su pantalón. No son de fiar, no son de fiar, sólo se ayudan entre ellos y si no eres de los suyos, de una u otra forma te acabas convirtiendo en su enemigo. Y ahora a ver cómo salimos del embrollo, que seguro que lo hacemos. Lo primero de todo es preparar una coartada, creo que sería bueno utilizar ese selfie que publicaste en año nuevo, cuando saliste a caminar con Pepe y Julián. Que no sé yo cómo mantienes la amistad con esos dos, después de que los defenestraras por lo del fondo agrario. ¿Qué cómo vas a utilizar ese selfie? Joder, está claro. Si estabas por el campo de paseíto con ellos, es materialmente imposible que estuvieras a la vez en Bruselas negociando con el catalán. Que sí, que ya sé que sí estabas en Bruselas y el selfi es de otro día, pero lo que nos ocupa ahora son dos cosas: averiguar cómo se han enterado los amigos de la sotana de lo del encuentro con el exiliado y cómo negar cualquier asomo de acercamiento con los indepes. Ahora no te oigo bien, creo que es la cobertura. Ah, que estás comiendo un polvorón. Qué cojones tienes. Yo recomendándote un logopeda para que pronuncies mejor y tú comiendo polvorones mientras te soluciono la vida. Que sí, que ya sé que para algo me pagas, así es imposible que tengas ni un mínimo de ansiedad. Menuda pachorra tienes, así te va. De bien, claro, que pareces inexpugnable, que yo no trabajo para cualquiera, presidente. Si es que siempre me acabas convenciendo, vale, no me preocupo. Perdona, es que voy conduciendo y he perdido cobertura. Sí, todo claro. No decimos nada, nada de nota de prensa y movemos algún tema en paralelo para dar de comer a los medios. Tenemos en la recámara que el fiscal les meta un buen capón a los subnormales esos del programa nocturno de La Ser. Sí, el gordo de la barba y los otros dos. Eso hará el suficiente ruido. Lo de siempre y p’alante, presidente. Espera un momento, que me acaba de llegar un Whatsapp de Pepe. Joder. Hostia. Espera, que aparco. Te lo voy a reenviar. Sí, joder, me lo ha enviado Pepe. ¿Cómo no te diste cuenta de que te hizo esa foto? Tranquilízate y vamos a esperar qué quiere a cambio de no pasarla a la prensa. Porque algo va a querer ese hijo de puta. Ya, ya sé que no es delito, que por mear en el campo no has matado a nadie, pero… Joder, no sé cómo decirlo presidente, el cabrón ha sacado la foto en un ángulo de forma que parece que… Cómo que que hable claro. Pues que no sé cómo te pilló, desde dónde te hizo la foto, pero parece que… que la tengas diminuta, joder. Que seguro que es la perspectiva, pero piensa en el daño que puede hacer que esa foto empiece a rular por las redes. Lo entiendo, lo entiendo, no me grites. Lo que sea, le daré lo que sea, me cago en todo, pero por mis muertos que cuando te saque de esta me busco otro curro, que al menos a Clinton se la estaban chupando cuando se la sacó. Que sí, que te digo algo, que no me río, que esto es serio, pero seguro que minimizamos de alguna forma el impacto, en caso de que la foto salga a la luz. Que no, que no quería hacer un chiste. Cuelgo.
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