Esto, esto es lo que se merecen las terrazas veraniegas, muchas de ellas simples bares venidos a más, que aprovechan para duplicar el precio del poso del café y la altanería y capacidad de aislamiento acústico de algunos camareros.
La némesis de la estocada en plena cuenta es el uso y disfrute casi perenne de la mesa. Hasta que el culo aguante. El documento, captado en una terraza de Tirso de Molina, muestra a dos jovencitas capaces de ocupar toda una tarde la mesa de turno, haciendo caso omiso de la gente que espera a que terminen su consumición, a la mirada inquisitiva de la gente que espera sentarse, desdichados que ignoran que una de ellas esconde en el bolso una enorme bolsa de patatas que comen a escondidas, una a una, con calma, deshaciéndolas antes un poco con la saliva, antes de masticar la tarde con sus dentaduras postizas, de seguir hablando con total parsimonia, dueñas de la terraza, del tiempo, del verano. ¡Ay, pillinas!
Bravo!
ResponderEliminarY las Mahou qué?
A las birras les ha invitado el barbas pillín del fondo, fijo.
ResponderEliminarPues si quiere emborracharlas para aprovecharse de ellas lo lleva claro con cerveza sin alcohol...
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