jueves, 2 de diciembre de 2010

PÓLVORA ERES...





Contra la noche y la oscuridad, el arañazo de luz de las palmeras. El estallido de la pólvora marca mucho más que la solemne estupidez de la fallera que llora. Los fuegos artificiales nos devuelven la inocencia del asombro infantil y la picaresca de la mano bajo la falda. La pólvora proyectada por un científico en busca y captura nos permite volver a soñar. Nacer en Valencia te condenó a bailar entre el ridículo y la lucidez, y tu obra me condenó al humor. Hasta siempre, Luís García Berlanga



La alcaldesa, primera capitana mora en la historia de las fiestas de moros y cristianos de Alcoi, observó con avidez el micrófono de la televisión autonómica que le habían plantado ante los morros, y se sacudió con parsimonia los restos de confeti adheridos a su espectacular casco.

Éste era en realidad un trabajo de ingeniería peluquera, para cuya elaboración había sido necesario emplear doce botes de laca Nelly y un complejo sistema de andamiaje interno, similar al de las varillas de un abanico. Tras la capitana, su asesor de imagen y concejal de cultura, un antiguo seminarista que había descubierto durante sus estudios que su vocación era tan confusa como su orientación sexual, no dejaba de manipular el espectacular peinado.

La becaria esperaba con paciencia. Era su primer empleo como periodista y no iba a permitirse el más leve mohín, por miedo a que el productor y a la vez cámara de la unidad móvil desplazada hasta la sierra alicantina pensara que estaba perdiendo el control en una entrevista tan estúpida. Para asegurarse de que había sido oída, reformuló la pregunta.

― Alcaldesa…

― Capitana. A todos los efectos y durante los tres días de la trilogía festera.

― Por eso mismo quería preguntarle. ¿Qué se siente al ser la primera mujer que ocupa el cargo más importante en el bando moro de unas fiestas tan tradicionales como las de Alcoi?

― Pues está bien.

La becaria escuchó por el pinganillo las instrucciones que con el habitual retraso le enviaban desde los estudios centrales. Tienes cinco minutos de gloria, Marta. Y nos vamos a publicidad. Marta, que reconocía a la perfección la voz de jefe ligeramente distorsionada que martillea su oído derecho y su posible continuidad en el ente público, se apresuró a tratar de extraer algo en claro de la mirada turbia de la alcaldesa capitana, cuyo aliento apestaba a café licor.

― ¿Podría contar a la audiencia cuánto tiempo y dinero ha llevado la elaboración de su peinado?

― Yo es que desde pequeña siempre he querido tener un trabuco.

― ¿Disculpe?

― Cuando era pequeña, una semana antes de que empezaran las fiestas, mi padre bajaba de la buhardilla el viejo trabuco heredado de mi abuelo. Se sentaba en la mesa y empezaba a sacarle lustre a las partes de metal.

Marta fue consciente en ese momento de que la embriaguez de la entrevistada iba a dar al traste con su debut televisivo.

― Me daba miedo verle hacer aquello. Pensaba que iba a matarnos a mi madre y a mí con ese enorme… trabuco. Mi psicóloga y dama de honor siempre me ha dicho que he de desprenderme de un simbolismo tan nocivo disparando yo misma. Por eso me apunté a la filà.

― Recordemos a los televidentes que la filada es…

― La filà, xe. La filà és… pues una filà.

Un hombre entrado en años, algo encorvado y vestido de falso sacerdote había irrumpido de repente en la conversación. Marta aprovechó la circunstancia para tratar de reconducir la entrevista.

― Vaya, aquí tenemos a la persona encargada de representar a Mosén Torregrossa, un personaje muy peculiar de las fiestas.

― ¿Peculiar? ¿Me está usted tomando el pelo? Mire que yo soy uno de los elementos más documentados de la base histórica de la fiesta. Hago del cura matamoros.


― Bueno, estoy seguro de que quería emplear otro término. En realidad, las fiestas recrean el periodo histórico de conflictos entre los cabecillas musulmanes y las recién conquistadas por la Corona de Aragón.

Marta, que además de becaria había estudiado Historia, se sentía capacitada para retomar las riendas de la conversación dejando en ridículo a aquel personajillo.

― ¡Los cojones! ― el cura de pega gritaba con el rostro enrojecido ― ¡Conquista los cojones! Fue uno de los episodios más gloriosos de la Reconquista. Por culpa de gente como vosotros, ignorantes, hemos tenido que ocultar con flores a los moros muertos a los pies del caballo de San Jorge, cuando sacamos la figura del santo en procesión.

Y empezó a golpear con una biblia que guardaba en el bolsillo de la sotana el micrófono.

En ese momento, la alcaldesa capitana aprovechó la confusión para desentenderse del todo de la entrevista y asomarse al balcón del consistorio. Abajo, el desfile había terminado y la calle estaba repleta de gente con ganas de empezar la parte más informal de las fiestas. Caía la noche y era ella la encargada de dar orden a los pirotécnicos para que iniciaran el castillo de fuegos artificiales. Saltándose una tradición más, dio la señal con un disparo de su trabuco, lanzando una salva al aire. Tuvo que escuchar antes los abucheos de los festeros más tradicionalistas, contrarios a la participación de la mujer en la fiesta y al uso indiscriminado de sus trabucos. Todos ellos vieron aplicado un justo castigo cuando en pleno concierto de pólvora, la fastuosa palmera destinada al estallido final entró desviada por la ventana del ayuntamiento, dejando a todos los presentes sordos, y con el culo chamuscado. La última imagen que vio Marta antes de desmayarse fue a la alcaldesa sonriendo en el suelo, abrazada a su enorme trabuco, ensordecida en su soberbia. Nadie reparó en los dos pirotécnicos de tez moruna, que se escabulleron entre el público aprovechando la confusión. Aquel año ganaban ellos.


Robert Llopis

4 comentarios:

  1. Reconócelo, te has dejado poseer por el espíritu de Berlanga, que casualmente te rondaba. :D
    Lo que me pregunto es si fue finalmente éxito o fracaso para la becaria... Impactante sí fue.

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  2. Fue un bombazo para ella, desde luego. La verdad es que estoy poco satisfecho con el relato. Con lo que me ha influido Berlanga, debería habérmelo currado más...

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  3. Bueno Fleish, una cosa es que hubieras deseado la Gran Palmera para esta vistosa ocasión, y otra cosa son los resultados para los que tomamos el café en tacita y el licor en copita (mezclar no es bueno). Como dice Diablo, es Berlanga puro, azconado como sazón, y me lo pasé de rechupete oyéndolo, pero todavía más leyéndolo aquí.

    Posiblemente, los alejados de la pólvora consideren estas historias como astracanadas imposibles. Pero los que disinguimos el astracán de los diversos (y horrendos) disfraces de nuestras fiestas, sabemos que todo es posible (y carente de significado): solo falta que se den las cicunstancias aleatorias necesarias.

    Quiero resaltar que el palabro es "aventre", que aunque se parece al "al vent" raimoniano es mucho más ajustado: a lo que entre en el vientre y a lo que sale de él. (Seguro que Berlanga se ha reciclado de elector de palabras de verificación).

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  4. Aventre me parece una palabra fascinante, sí. 100% valenciana!!! Se nota que conoces el percal festivo levantino,donde el surrealismo se convierte en tradición :D

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