tag:blogger.com,1999:blog-4556858920319020502024-02-08T01:42:08.392+01:00Desde Cicely con ardorRelatos, poemas, divagaciones sobre chinos y horrores musicales andinos.Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.comBlogger150125tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-79843552665355427022020-10-28T21:37:00.004+01:002020-10-28T21:37:28.338+01:00LA SOMBRA A LOS PIES<p><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">No me
aterrorizan tanto las apariciones, como percibir que mi hasta hace poco férreo
escepticismo se desmorona como una catedral hecha de barro. Hablo ya de
apariciones, cuando hasta hace poco trataba de convencerme de que eran meras
pesadillas, juegos del subconsciente para advertirme de algún quebranto en mi
espíritu. Llevaba un par de años sumergido en mis estudios sobre psiquiatría,
tras haber dejado el seminario, y había descubierto por mediación de un
compañero la novedosa y polémica obra de Jung. El abandono de la vocación y el
azoramiento que causaban los sentimientos que mi corazón albergaba por mi prima
Nora tenían que ser necesariamente el origen de todo. Así que no pude más que
atribuir mi agitación nocturna al impacto que me produjeron las ideas de aquel
científico, que tanto distaban de mi recién abandonada fe. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Llevo tiempo preparado, para borrar la duda de si me encuentro en un
estado de sueño o de vigilia. He conseguido un magnetófono para poder grabar
mis impresiones de forma más cómoda. Trataré de describir de la forma más fiel
posible lo que veo y haré preguntas a mi visitante, si soy capaz de deshacer el
nudo en la garganta que atenaza el grito de terror, el ahogo eléctrico que me
acaba despertando entre sudores. Hablo de despertar pero, ¡son tan reales estas
visitas y tan evidente que muestran un mensaje que debo descifrar! Surgen, por
supuesto, de la voluntad de dialogar conmigo mismo, de escrutar en el lado más
oscuro de mi alma. No más circunloquios, trataré de ser lo más claro y
descriptivo posible, pues estas palabras no tienen otro objetivo que dejar
testimonio de mi cordura.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">Me aparezco a
los pies de la cama. Suena absurdo, pero de forma esporádica, al menos dos
veces a la semana, me veo a mí mismo en la habitación, observándome en
silencio. Me veo a mí mismo, de pie, en silencio y con una mirada que parece
suplicar. La primera vez, seguramente la más terrorífica por inesperada,
desperté o creí despertar con un escalofrío en la espalda al oír a alguien
respirar en la oscuridad de mi alcoba. La primera reacción fue acogerme a la
cordura, convencerme de que estaba sufriendo una pesadilla, en ese extraño
estado de consciencia del que se reconoce soñando. Encendí la luz de la mesita
de noche y pude ver en lo que serían pocas décimas de segundo, la imagen de un
fotograma intermitente,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>la silueta, el
porte desgarbado, la extrema palidez del rostro, las ropas manchadas de sangre
y el corte que atravesaba el cuello de lado a lado de alguien que era mi viva
imagen. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">Aunque fue la
que más me asustó, esa primera aparición fue la más fácil de sobrellevar. Un
mal sueño, quien sabe si causado por algo tan estúpido como una cena pesada,
alguna inquietud atascada en mi subconsciente, el recuerdo de alguna noticia
truculenta en el periódico, mi deseo carnal insatisfecho, o la insana fantasía
de acabar con nuestras vidas que todos tenemos alguna vez. Mil explicaciones se
me ofrecían para tratar de encajonar dentro de los parámetros de la razón
aquella experiencia tan desasosegante. Aún no se había convertido en una
tortura recurrente, aún no temía que llegara la noche y me venciera el sueño,
aún no me aterrorizaba la espera, la angustia de no saber si aquella noche me
iba a despertar de nuevo una respiración sibilante. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">La segunda vez
fue la peor. Por mucho que quise aferrarme a la idea extendida de que los
sueños podían ser recurrentes si no se había resuelto de alguna manera la causa
que los motivaba, a nadie le gusta reencontrarse con su propio cadáver. Esa vez
no hubo sangre, me mostré con las ropas mojadas y el rostro abotargado, con
unas profundas ojeras que eran la antesala de unas cuencas vaciadas por los
peces. Ni una palabra, solo un gorgoteo húmedo,<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>como si aquel yo muerto ahogado se afanara por respirar de nuevo y el
tamborileo de la ropa goteando contra el suelo. Como en la primera ocasión, aún
no quise pensar en apariciones. Fue un relámpago de terror, apenas un fogonazo tras
encender la luz, pero lo bastante nítido para que mi corazón se desbocara y no
pudiera dormir el resto de la noche. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">Desde ese
momento, la experiencia se fue repitiendo de forma aleatoria y esporádica. Al
menos no he logrado de encontrar un patrón. ¿Estaba mi subconsciente tratando
de decirme algo? ¿Necesitaba un nuevo cambio en mi vida, morir de forma
metafórica? Tal vez esas muertes simbolizaban la desaparición de mis creencias
religiosas, la culpa por haber abandonado la espiritualidad. Tal vez eran un
demonio interno hecho pesadilla<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">Decidí anotar
los detalles de todos y cada uno de aquellos encuentros, para tratar de
analizar sus causas y tratar de ser lo más racional posible. Porque no cesaron
y fueron muchas las formas, algunas de ellas realmente espantosas, en las que se
me presentaba mi propia muerte. Me despertó el olor a carne quemada, el silbido
de una respiración tuberculosa o, peor aún, el olor nauseabundo de un cuerpo
putrefacto, abandonado a una muerte en soledad de la que nadie se hacía cargo y
que intuí que era el más posible de mis finales.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">Hace una semana
cesaron las apariciones y hoy ha cambiado todo. Anoche dormí profundamente y
desperté sin saber muy bien dónde estaba, ni cuánto tiempo había transcurrido
desde que el sueño me venció. Solo tenía el vago recuerdo de despertarme con la
garganta reseca y deambular por la habitación a oscuras con una sed espantosa. Recordé
que junto a la mesita de noche había dejado un vaso de agua y al girarme hacia
la cama, me vi. Me vi durmiendo plácidamente, boca arriba, con las manos
apoyadas en el pecho. Asustado, retrocedí un paso y la tarima crujió. Me vi
fruncir el ceño, me vi abrir los ojos, me vi abriendo los ojos desorbitados y
abrir la boca como si tratara de gritar. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me
vi verme</i>, y vi cómo ese grito sofocado se convertía en ahogo, cómo mi
rostro enrojecía hasta amoratarse. Me vi ahogarme hasta la muerte. Y ahora
espero sin saber qué, encadenado a un abandono que no puedo superar, convertido
en mera sombra. Espero sentado a los pies de la cama y observo en silencio cómo
pasan los días y las noches sin que nadie acuda a rescatar los despojos
putrefactos de aquel que fui. <o:p></o:p></p>Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-51283199875168460542020-07-21T18:26:00.002+02:002020-07-21T18:26:57.472+02:00Caballo de Troya<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt;">Isabel llevaba toda la mañana dando vueltas por la casa, afanada en limpiar los rincones que por lo general la pereza le hacía olvidar, ordenando los cajones, murmurando en voz baja, resoplando de cansancio a modo de queja y evitando cruzarse ante un espejo. No quería verse como se adivinaba: pálida, con el labio inferior que se le torcía ligeramente cuando estaba nerviosa y con la mirada huidiza. Se conocía lo suficiente como para saber que toda aquella hiperactividad era una forma de postergar el momento en el que acabaría decidiendo abrir el paquete que había recibido el día anterior por la tarde. Del tamaño de una caja de zapatos, envuelto en papel de estraza, con un sobre pegado en uno de los laterales y tan imprevisto como poco deseado.</span><span style="font-size: 12pt;"> </span><span style="font-size: 12pt;">Por supuesto, el primer impulso había sido tirarlo a la basura sin más, pero un hilo de culpa que ella misma reconocía como paradójico le había impedido hacerlo. </span><span style="font-size: 12pt;"> </span><span style="font-size: 12pt;">Y de nuevo el </span><i style="font-size: 12pt;">quizás</i><span style="font-size: 12pt;">, el </span><i style="font-size: 12pt;">igual ahora</i><span style="font-size: 12pt;">, los </span><i style="font-size: 12pt;">tal vez</i><span style="font-size: 12pt;">, y el </span><i style="font-size: 12pt;">nunca se sabe</i><span style="font-size: 12pt;"> si revolotearon a su alrededor y la convencieron de abrir la caja tras leer la nota en las que ignoró que nuevas palabras venían a decir lo mismo de siempre. </span><span style="font-size: 12pt;"> </span><span style="font-size: 12pt;">En el interior, fotografías de cuando tenían veinte años, la pulsera con las iniciales de los dos grabadas que ella le había arrojado a la cara la última vez, viejas cartas de amor ordenadas por fecha, como un viejo acordeón que periódicamente parecía inflarse de nuevo. Restos de un naufragio. Al mediodía, el timbre la cogió desprevenida y con el ánimo agitado por los recuerdos de tiempos mejores. Abrió la puerta de forma instintiva, quien sabe si esperanzada, y supo que había cometido un error fatal cuando él metió el pie en el quicio de la puerta </span><span style="font-size: 12pt;"> </span><span style="font-size: 12pt;">con la misma rapidez con la que Isabel reconoció la oscuridad embrutecida en la mirada del otro.</span></div>
<div>
<span style="font-size: 12pt;"><br /></span></div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-24528793237639394272020-06-29T18:07:00.002+02:002020-06-29T18:08:43.066+02:00Cárcel de amor<br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: right;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="background: white; color: black;">Aunque
me falta sufrimiento para callar, no me fallece conocimiento para ver cuánto me
estaría mejor preciarme de lo que callase que arrepentirme de lo que
dijese. <o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: right;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="background: white; color: black;">DIEGO
DE SAN PEDRO, Cárcel de amor, 1492<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: right;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="background: white; color: black;"><span style="font-size: large;">CÁRCEL
DE AMOR</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="background: white; color: black;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: large;">Presten atención a mis humildes palabras, torpemente
expresadas en vulgo romance, todos aquellos que quieran conocer acerca de los
vericuetos del amor y permítanme la licencia de fingir antigüedad, tanto en el
burdo estilo que en vano trata de adornar los hechos, como en las expresiones y
vocablos que utilizaré a modo de marionetas para narrar la historia de mi
desdicha. Ruego a la paciente audiencia que tenga presente la posibilidad de
reclamar el auxilio de algún galeno que pueda asistirme en caso de ahogo debido
a la lectura en voz alta de un texto como este sustentado por medio de largos
periodos sintácticos sin comas que actúen a modo de remanso dialéctico y
respiratorio. Perdónenme los doctos en letras y en Gramática histórica las
incorrecciones y el castellano antiguo impostado, que en realidad no he llegado
a utilizar com procede, porque no me he leído ni El Quijote y que seguramente
abandonaré en breve por mero desconocimiento del mismo.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: large;">Hete aquí que me veo impelido por las
sempiternas musas a…<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">— Es que
no sé por qué te has empeñado en escribir así, no va a entender nada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">LAS SEMPITERNAS MUSAS, he dicho, me impelen a
narrar la historia de mis desdichas en materia del corazón, de cómo fui hecho
prisionero en cruel prisión por causa del desdén de aquella a la que más amé.
Valga el viejo recurso a la alegoría carcelaria para plasmar las peripecias
sentimentales que me amarraron sin remedio al corazón de mi amada desde la
primera vez que vi su angelical rostro en la discoteca Makumba. Al igual que en
la fecha de publicación de la obra que inspira estas palabras se descubrieron
las Américas, di yo en hincar las rodillas y encomendarme a todos los santos
cuando vi a Josselyn bailar con ritmo desaforado al ritmo de Daddy Yankee.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">—Parece
que ya empiezas a aterrizar. Al grano. Vaya, que volviste loco al ver cómo
movía el culo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">Ceje su empeño en trasmudar mis palabras el
ser diabólico que susurra a mi oído izquierdo. La narración debe proseguir por
los floridos vericuetos del amor cortés. Hallábame pues, como venía diciendo,
contemplando extasiado la exótica figura de Josselyn rindiendo justo homenaje a
toda la sensualidad que doncella alguna hubiera atesorado.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">—¿Doncella?
¿DONCELLA? Mejor no digo nada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">Doncella era a mis ojos embelesados, me cago
en la hostia puta. Acabarás haciéndome perder la compostura y el discurso
caballeresco. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">— Disculpe
usted, Don Florián del florido floripondio, San Floreal de los juegos florales.
Loor eterno merecen sus palabras y buenas intenciones. ¿O debería decir
cobardes? Si piensa que no puedo emular su estilo, anda desencaminado. Entiendo
que sus intenciones sean castas y puras, pero no sus deseos. Las alimañas que
reptan por la torre en la que vuecencia se halla prisionero traen la lujuria en
la punta de sus lenguas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">¿Me quieres dejar en paz de una puñetera vez?
Por no decir otra cosa. ¿Tanto te costaba dejarme fantasear con una realidad
cortesana en la que pudiera hablar como en las novelas de caballerías? Ni
siquiera sé quién eres, a quién corresponde tu voz llena de inquina.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">—Contemple
el improbable lector de estas palabras cómo las tornas se han girado y el román
paladino se trueca en tosco farfullar. Yo, que era personaje secundario, amiga
consejera, voz de la conciencia o cualquier malabarismo posible, convengo ahora
en utilizar el castellano antiguo, falso e impostado. Nos hallamos inmersos en
otro manido juego metaliterario, mera ficción narrativa, un torpe regate que es
a la vez zancadilla a uno mismo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">Sí, vale, me pongo zancadillas, porque no
tengo cojones de decirle a Josselyn lo mucho que me gusta, que me gustaría agarrarme
a su grupa y cabalgar hasta el amanecer. Me vuelve loco la hija de puta.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">—Cabalgar
hasta el amanecer o, ya puestos, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>hasta
que la aurora de rosados dedos o el canto de las alondras despierte a los
amantes, avergonzados no tanto por su desnudez, como por estar conformando un
cuadro amoroso de lo más tópico. ¿Podemos hablar ya como las personas normales?
¿Sabes quién soy?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">La vergüenza, la cobardía, el miedo, los
complejos, la culpa. Mi diablo particular. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">—No y
cinco veces no. Esos son monstruos a los que ya deberías haber derrotado en esa
aventura mental que te empeñas en recrear hasta la torre de la amada. Soy la
lucidez de Don Quijote en el lecho de muerte. Abandona las palabras y afronta
los hechos. Hay más sabiduría en un beso dado a tiempo, que en cien sonetos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">Entonces, ¿Josselyn es una sombra platónica,
no es más que el fantasma de Dulcinea? ¿Seguirá atrapada para siempre en mi
atormentada cabeza?<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">—No, y no
empieces con requiebros, ahora que empezábamos a hablar como las personas.
Josselyn es real, tan real como el mamporro que te atizó su novio cuando te
acercaste borracho a ella. Ya te dijeron tus amigos que no era buena idea
acabar la noche en el Makumba, porque los dominicanos llevan bastante mal que
un estudiante de filología de menos de 70 kilos trate de bailar la conga con su
novia. Te hubieras evitado acabar con la cabeza tronchada y hablando con
alguien que ni existe dentro de la ambulancia, que mira qué cara pone la
enfermera, que de esta acabas de verdad escribiendo novelas de caballerías en
un jardincito soleado. Anda, desmáyate de una vez ya.<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<br />Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-49729535942304625212020-06-03T21:41:00.000+02:002020-06-03T21:41:11.662+02:00Percutiendo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsAn4fgAHHRPJtTz8xyA1jD4Mk8GS_GsAsH63xo6KPi9g8wT5Xg5Ju8orJg-mnn3IshErlS3v4f7zyH6nsKvwx8RQa7Y-BsKgV1LKpUH8XTw90334zeCfolltIKhzBn2uuGAoLcSgciA/s1600/RELATO+1.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="446" data-original-width="656" height="217" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsAn4fgAHHRPJtTz8xyA1jD4Mk8GS_GsAsH63xo6KPi9g8wT5Xg5Ju8orJg-mnn3IshErlS3v4f7zyH6nsKvwx8RQa7Y-BsKgV1LKpUH8XTw90334zeCfolltIKhzBn2uuGAoLcSgciA/s320/RELATO+1.png" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXL3el5Dqc8VI2F18iSzP04XTIyditPR_n96k-1oVcap_dA6s4vasDWMlAOuuTtZonAUA0ORK4d6WYHYKXoMrU7rG0TWWjOfigJrGhSPgp7q-Dgyi9b4W7T-zjD6y13iSmeaJFvKNslQ/s1600/RELATO+2.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="434" data-original-width="668" height="207" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXL3el5Dqc8VI2F18iSzP04XTIyditPR_n96k-1oVcap_dA6s4vasDWMlAOuuTtZonAUA0ORK4d6WYHYKXoMrU7rG0TWWjOfigJrGhSPgp7q-Dgyi9b4W7T-zjD6y13iSmeaJFvKNslQ/s320/RELATO+2.png" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZxIhzOvA0XV61kwKfLsDc6vAnMTbTR5PDkGk7N_hKDJ5D-XicUnvVSW8znxIMRFHfW1io5eNPnPMFXmQPK5L9O8HUeDwz3Qq6xqRSoVowOWR7erpwVsyjtfwbUBgmILXrnmzU3hnpRQ/s1600/RELATO+3.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="429" data-original-width="660" height="208" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZxIhzOvA0XV61kwKfLsDc6vAnMTbTR5PDkGk7N_hKDJ5D-XicUnvVSW8znxIMRFHfW1io5eNPnPMFXmQPK5L9O8HUeDwz3Qq6xqRSoVowOWR7erpwVsyjtfwbUBgmILXrnmzU3hnpRQ/s320/RELATO+3.png" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzonsNvC4CuH-GgMTxrGTbdX9u6trriXJcfDgRaqR0SYFD35a3_UMfFp2f4NaqBNQRlbc6m3kYN1HfuheQw9J2_rPIP-d1ZJjK5DPK-C7-XkaljsemNNFaJHBuldD7bCz9P2ZHnQNOGw/s1600/RELATO+4.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="430" data-original-width="645" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzonsNvC4CuH-GgMTxrGTbdX9u6trriXJcfDgRaqR0SYFD35a3_UMfFp2f4NaqBNQRlbc6m3kYN1HfuheQw9J2_rPIP-d1ZJjK5DPK-C7-XkaljsemNNFaJHBuldD7bCz9P2ZHnQNOGw/s320/RELATO+4.png" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-32844875921824582362020-05-13T22:29:00.002+02:002020-05-13T22:29:21.783+02:00Ritmo de la noche<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt;">Tú es que eres muy joven para entender lo que
es el ritmo. El ritmo, no esta bazofia atronadora. Chunda, chunda, que no sé ni
qué hago aquí metido. Lo que te decía. Mi primera exposición se llamó Swing,
ahí es nada. ¿Cómo? Vale, vale, no me pego tanto.</span><span style="font-size: 12pt;"> </span><span style="font-size: 12pt;">Pero es que si no no me oyes, nena. No te
preocupes, que no muerdo. Cuando yo tenía tu edad sonaba Benny Goodman en la
radio y bailábamos caminando, como si el cuerpo silbara a cada paso. La calle
era nuestra y todas las palabras eran esdrújulas, elásticas, rítmicas. Ahora os
pasáis los días pegados al móvil, como estatuas de sal. Condenadas por haber
girado el rostro para ver la mierda de vida que dejan atrás. Lot, mujer de Lot,
flor de loto. ¿Te has fumado alguna vez tus miedos, te has atrevido a saltar de
verdad al vacío? No pongas esa cara, es toda una experiencia. ¿Quieres otro
cubata? Toda mujer tiene un trazo particular, por eso me gusta pintaros. No, no
soy famoso. Yo era muy </span><i style="font-size: 12pt;">outsider</i><span style="font-size: 12pt;">,</span><span style="font-size: 12pt;"> </span><span style="font-size: 12pt;">pero pintaba a auténticas bellezas. Hubo una
actriz de cine francesa, que… En fin, es de mal gusto hablar de esas cosas. Lo
que te decía. El ritmo es lo más importante, mi auténtica obsesión. La pintura
es música y viceversa. </span><span style="font-size: 12pt;"> </span><span style="font-size: 12pt;">No hace falta chascar
los dedos para tener ritmo, ni subirse al podio a bailar como tu amiga. Menuda
loca, se le ve todo. Una mujer recostada como una pantera puede tener más ritmo
que un negro aullando a la luna. Ritmo, ritmo, ritmo. Me repito, lo sé. Todas querían
que las pintara porque a ninguna le gustaba morirse poco a poco y arrugarse
como una promesa olvidada. Mis cuadros acababan siendo inútiles. Es imposible
atrapar belleza. Tú, ahora mismo, mirándome con esos ojos como platos, eres
única. Todas las mujeres que he pintado se sentían dignas del arte, merecedoras
del baile de mis pinceles. Todas como cabras, con sangre de pelirroja ¿Otra?
Menudo saque tienes, pero es lo menos que puedo hacer por la turra que te estoy
dando. Tienes unos ojos preciosos, me recuerdas aquella noche en la que mire a
Medusa cara a cara. El ácido tiene esas cosas. Sí, ácido. ¿Ahora no te parezco
un viejales, verdad? A ver si te das cuenta de que voy de buen rollo. Tom Wolfe
tiene un libro cojonudo sobre… vale, lo he pillado, no es el momento de hablar
de libros. Lo que menos quiero es aburrirte. Tú no te das cuenta, pero llevamos
un buen rato bailando. No, no voy de listillo. Que sí, joder, que tomábamos
ácido de verdad. L.S.D. Menudos viajes, algunos de mis mejores cuadros los pinté
flotando a un palmo del suelo. No te oigo. ¿Cómo? Ah, sí, tengo guardado algo
en casa para las ocasiones. Ojito, hay que tener cuidado con los malos viajes y
nunca lo tomo solo. Para pintar es mucho mejor fumarse un buen canuto de
hierba. Anda la pillina, mira como ahora sí me haces caso.</span><span style="font-size: 12pt;"> </span><span style="font-size: 12pt;">No tienes un pelo de tonta, mi querida Lolita.
Ya, ya sé que no te llamas Lolita, déjalo estar. ¿Cómo? Claro que podemos ir a
mi casa. Si te lo curras, puedo hasta hacerte un cuadro. No te rías, ya verás
como al final te va a acabar gustando el swing.</span></div>
<br />Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-59354779902085337082020-04-21T20:13:00.002+02:002020-04-21T20:13:54.459+02:00Circo Surrender<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
El Maestro de Ceremonias se balancea como un punto rojo y sudado en medio de la pista central. Se pasa la mano por el rostro, como si buscara restos de tiempos mejores en los que lucía un bigote de rizo imposible y no desmochado como el que luce, da dos pasos torpes de pingüino hacia la luz de un foco que no se ha molestado en buscarle y se dirige a las gradas con voz engolada.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
— ¡Damas y caballeros! Gracias por venir al Circo Surrender, donde podrán contemplar cuadros de extraordinario interés, escenas sin parangón en el arte de la derrota. Porque el entretenimiento no está reñido con la didáctica. Pasen y aprendan que el equilibrio es imposible y que las palabras son arañazos sobre el mármol.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
Silencio entre el público, si es que hay alguien sentado en la oscuridad absoluta que reina más allá de los tres escenarios circenses.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
El Maestro se retira y el haz de luz se dirige a la pista a su izquierda, más pequeña, en la que un joven de unos veinte años con gafas torcidas y greñas descuidadas garabatea un papel con el ceño fruncido.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
Suena una voz más aguda que surge de la oscuridad. Es evidente que se trata del mismo Maestro de Ceremonias, único responsable de aquel lugar maldito, tratando de fingir que se trata de otra persona.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
—Observen la completa dedicación del joven poeta a lo que él considera su necesidad más perentoria, cómo trata de radiografiar sonidos y palabras, cómo se le escapa de entre los dedos la palmaria evidencia de que el esfuerzo es inútil, cómo se mira al espejo y conforma una poética mil veces reinventada. Pero atención a sus pies desnudos, al suelo enfangado de la escena. Es el miedo, la inseguridad de no pisar sobre tierra firme. Trata de construir un bastión sobre unos cimientos fallidos. Escribe porque quiere ser amado, pero no sabe ni robar un beso. Escribirá 42 poemas a su particular musa y, de tanto idealizarla, no será capaz de pellizcarle las nalgas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
La escena queda en penumbra y se hace la luz en la pista central. La voz del Maestro de Ceremonias, esta vez grave y cavernosa, se dirige al supuesto público.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
—Del pasado pasamos al presente, permítame nuestra querida audiencia el tosco juego de palabras. Vean, de nuevo inclinado ante un escritorio, a nuestro otrora poeta, con menos pelo y más panza, esforzarse ante la rima imposible de una hoja de cálculo. Disfruten de cómo achina sus ojos cansados entre ingresos y costes, cómo asume sin rechistar decisiones injustas, cómo se enseñorea con sus subalternos y se humilla ante sus superiores. Ya no escribe, ya no lee, solo consume y apenas patalea consumada la derrota. El vate abatido que ni siquiera se queja de su cautiverio, atrapado sin remedio en las celdas de un Excel. No perdamos más tiempo regodeándonos en la carroña al borde del camino, pues no somos Baudelaire, si me disculpan añadir una pedante referencia que no viene al caso. Pasemos a la última pista, la del futuro.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
La luz de la pista central se apaga y la sala queda en tinieblas. El Maestro de Ceremonias guarda silencio. Solo se escucha el sonido de alguien que reniega por lo bajo y trata de manipular el foco para arreglarlo. Sigue reinando la oscuridad, pero la última pista queda oculta a los ojos del público. Solo se oye alguna que otra tos inquieta, única señal hasta ahora de la existencia de un público impaciente. Toses y más toses a la espera de un desenlace que en realidad ya se ha producido, pues no hay nada más que ver.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="color: #0a0a0a; font-family: Georgia, serif; font-size: 13px;">
<br /></div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-1110170566993934332020-02-08T09:18:00.002+01:002020-02-08T09:19:35.312+01:00Pica<div class="MsoNormal">
Recuerdo, muchos años después, la respiración agitada, la frente sudorosa y las mejillas ardiendo. La sangre era casi lo de menos. Primaba la excitación que producía haberme portado mal, haber trascendido el papel que me asignaban los demás. </div>
<div class="MsoNormal">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>Dale más fuerte, no tengas miedo.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
A Angelito, el niño que fui y al que ahora observo desde lejos, no le había quedado otra que ser el flojeras, el gordito bonachón de ciudad que pasaba el verano con sus padres en el pueblo, el bicho raro que leía a la hora de la siesta y que no pasaba de la categoría de acoplado. Por eso mismo, la herida que tenía abierta en la frente podía considerarse la mejor de las condecoraciones.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Mientras se dirigía con paso lento a la finca donde veraneaban, el remordimiento empezó a aparecer, arrastrándole de nuevo a su condición de niño apocado y timorato. Aún no tenía claro cómo se había dejado convencer para unirse a la batalla contra la panda del pueblo de al lado, desestimando la prudencia que le caracterizaba y que era el marchamo inconfundible de una crianza pegado a las faldas de su madre. En realidad, no habían pesado tanto los ruegos de sus amigos veraniegos, como su naturaleza fantasiosa, un soberano aburrimiento y la lectura reciente de Las aventuras de Huckleberry Finn.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Al menos habían ganado la batalla y, lo mejor de todo, apenas había gritado cuando la piedra, furioso y certero proyectil rival, le alcanzó justo encima de la ceja derecha. Angelito el blandengue había peleado como el que más, compensando su falta de puntería con un arrojo imprudente que le había llevado a ser blanco fácil, a convertirle en mártir y héroe a la vez. El golpe había sido seco y duro y, como impulsados por un resorte que les devolvía a la realidad, todos los niños pararon la contienda, conscientes de que la pantomima bélica había ido demasiado lejos. La sangre tardó un poco en manar de su frente, como si no se atreviera a transformar el juego en tragedia. Todos callaron y, paradójicamente, los rivales huyeron despavoridos cuando Angelito, en vez de quejarse, cogió un palo del suelo y se abalanzó contra ellos, con el rostro manchado de sangre, gritando como una bestia acorralada por una jauría.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>Te he dicho que no tengas miedo. Hemos venido aquí para esto. Átame bien fuerte y haz conmigo lo que quieras. No te preocupes, tenemos la palabra clave. Si no puedo más la usaré, pero quiero olvidarme de ella ahora, quiero sentirme totalmente a tu merced. Necesito que hagas de mí lo que quieras. Soy un trapo sucio al que no le importa que lo refriegues sobre la mierda.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
Nunca había visto a mi madre así. Como si hubiera visto a un muerto andante. Su Angelito con la camiseta empapada de sangre, su hijo, su hijo, pero quién le había hecho eso. Seguramente lo que más la asustó fue que me se encogiera de hombros, que guardara silencio con una media sonrisa en la boca. Aquel no parecía su hijo, parecía un demonio, que ya decía ella que nunca le había gustado aquel pueblo perdido de la mano de Dios, que iba a ser la última vez que venían, que qué panda de animales y se le escapó que no le extrañaba que papá hubiera salido de allí. Y a saber dónde estaba ahora, bebiendo y jugando a las cartas con sus amigachos en el bar. Dónde iba a ser.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>No quiero tópicos, cera derretida con banda sonora de los ochenta o referencias eruditas a Sade. Aquí no somos el matrimonio de profesores universitarios que ha decidido pasar una noche picante en un hotel para parejas, habitación 50 sombras. Hemos estudiado el tema, hemos hablado de los límites, pero también de la necesidad. Somos Castigo y Dolor. Tú una fusta y yo un trozo de carne que necesita ser expiado. Nada de operetas, hasta que salga la sangre.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
Furiosa, pienso ahora que asustada por verme en aquel estado, pero también llena de odio por aquel pueblo embrutecido, tan ajeno a ella. Su hijo, al que le había inculcado la pasión por la lectura, convertido en salvaje herido. Me metió en la bañera, me quitó la ropa y empezó a limpiarme, pese a mis quejas de preadolescente. El agua caliente pareció despertar el dolor de la herida, pero reprimí el quejido, quise mantenerme adulto en aquella situación vergonzante. Ella maldiciendo mientras me frotaba con fuerza, como si quisiera arrancarme las malas ideas de la piel.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>Así, no pares, no interpretes mi silencio como que no estoy disfrutando. Eres buena, los dos sabemos que aprovechas para desahogarte, para decirme a base de golpes todo aquello que callas. Las noches en las que llego tarde con excusas rocambolescas, los desprecios, los comentarios fuera de tono sobre tu trabajo, sobre lo poco que te cuidas, toda la basura que arrojo a tus pies y de la que me arrepiento. La espalda me arde, puedo sentir la orografía del dolor, pero quiero más, solo un punto más.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
No dejó ni que me secara yo solo. Frotaba y frotaba como si formara parte de un ritual. Más tranquila al ver que no brotaba más sangre de la herida, se centró en la reprimenda, en los porqués, en la salmodia de quejas y lamentos que cabía esperar. Cuando quise salir para vestirme, me cogió por la muñeca. Que a dónde iba, que eso se podía infectar, que ven aquí que te eche un poco de alcohol. Y eso sí que no, ahí ya no pude aguantar y me vino encima todo el dolor, toda la culpa por lo que había hecho. Que si no había agua oxigenada y ella que no, que el alcohol curaba más y que parecía mentira que no hubiera dicho ni mu hasta ahora y que si por un poco de alcohol, que no iba a ser para tanto. Y me puse a llorar todo lo que había reprimido hasta ese momento, me cayó la culpa como un fardo sobre el pecho, pero no sirvió de nada que le suplicara, que me pusiera a gritar que picaba.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>Ahora, justo ahora que estoy a punto, ha llegado el momento. Coge la botellita de alcohol y refriégame la espalda bien fuerte, como si me dieras un masaje, como si frotaras una toalla contra las heridas. No temas hacerme daño, para eso hemos venido. Solo quiero pediros perdón.<o:p></o:p></i></div>
<div>
<i><br /></i></div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-24555696339323622672019-11-09T11:42:00.003+01:002019-11-09T11:47:39.271+01:00Tarifa Plana<div class="MsoNormal">
—Me gusta apostar por la sinceridad. Podríamos seguir hablando toda la tarde y que fueran cayendo las cañas hasta que nos cayéramos bien, forzar el conocimiento apresurado que implica este tipo de citas. Prefiero evitar las preguntas habituales, la gente las usa como si verse cara a cara no fuera más que una extensión de la aplicación y siguiéramos escaneando el atractivo del otro. Ya sabes, hemos hecho match, chateamos un par de días y quedamos. Pero quedar en persona siempre es violento, a no ser que se tengan las cosas muy claras. Estoy hablando demasiado, lo sé.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Ella ha perdido hace rato el hilo de la disertación de él. No está acostumbrada a la cerveza y el calor y los nervios han hecho que se la tomara demasiado rápido. Algo mareada, se recrea en un lunar que tiene el chico justo en el codo derecho, un pequeño pero visible refugio de la imperfección. Porque, por mucho que pensara que las fotos del perfil de él estuvieran retocadas, incluso que pudieran ser falsas, la realidad es mucho mejor de lo que se esperaba. Es perfecto, es perfecto, se imagina que corean sus amigas, las mismas que la empujaron a usar la aplicación en una tarde de aburrimiento y confesiones. Ella divaga, ella es una romántica empedernida fuera de lugar que tiene ante si a un chico más joven que ella, alto, atlético, con una sonrisa encantadora que va a juego con unos ojos verdes y traviesos, un rostro de rasgos felinos y una piel bronceada.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
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— ¿Cómo? No, no te preocupes. Tienes una voz muy agradable y me gusta escuchar.<o:p></o:p></div>
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Después de haberse convencido de tener una aventura frívola con la que oxigenarse y olvidar los problemas con su ex, ella se ha encontrado con la agradable sorpresa de un encuentro con alguien que no solo es muy atractivo, sino que es capaz de desarrollar un discurso irónico sobre la situación.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal">
—No quiero sonar presuntuoso, pero lo que para otros es un reto en este tipo de citas, para mí es algo rutinario. No necesito usar aplicaciones para acostarme con alguien. No me malinterpretes, eres una chica muy atractiva y no soy tonto. Lo que quiero decir es que el sexo casual no es difícil de encontrar, si uno se lo propone.<o:p></o:p></div>
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<i>Claro, será en tu caso, que eres un cerebrito parlanchín con cuerpo de gimnasta. Yo siempre he sido una mojigata que idealizaba a la persona equivocada.<o:p></o:p></i></div>
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<i><br /></i></div>
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Piensa ella, pero dice:<o:p></o:p></div>
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—Claro, llega a cansar.</div>
<div class="MsoNormal">
—Exacto, para mí es más excitante tratar de encontrar a gente que valga la pena en este tipo de citas. Supone todo un desafío revertir la situación y pasar de la frivolidad a un conocimiento más profundo. Es como encontrar la famosa aguja en el pajar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
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<div class="MsoNormal">
<i>Me la quiere dar con queso, se le ha visto el plumero al utilizar el topicazo de la aguja. Trata de ponerme delante un espejo con letras de neón en el marco: ERES EXCEPCIONAL. Voy a soltarle una.<o:p></o:p></i></div>
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<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
—Bueno, las agujas suelen pincharte cuando se encuentran si rebuscas entre la paja.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Él esboza una sonrisa perfecta y a ella le tiemblan las rodillas. Es invencible.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal">
—Obviaré el chiste fácil y grosero. No quería caer en los tópicos, acabamos de conocernos y parece que esté desplegando sobre la mesa un plano con mi particular cartografía sentimental. Hay picos y valles, pero lo importante es conocer el territorio.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
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<i>Qué cabrón, qué bien habla. O tiene el guión muy bien aprendido, o es una joyita. Que no se te escape, no seas boba y pide otras dos cervezas, que vea que tienes interés.<o:p></o:p></i></div>
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<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
—¿Otra ronda? Ya la hora que es, podríamos pedir un par de raciones para medio cenar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Por supuesto, él acepta y parece relajarse. Durante los próximos minutos, deja que ella maneje la conversación y le hable de su trabajo, de los viajes que ha hecho, las series que ve y todo el habitual repertorio de la insustancialidad. Pasan al vino y rematan el postre con un licor de hierbas barato, que les rasca las gargantas y les afloja la lengua ya del todo. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
—Pues yo no he viajado fuera de España —afirma él.</div>
<div class="MsoNormal">
—¿Y eso? Mira que al final sí que voy a pensar que eres un bicho raro. Si hoy en día viajar es lo más sencillo del mundo. Y por favor, no me sueltes el tópico rancio de que con la de cosas que hay que ver en España, no hace falta ir al extranjero.</div>
<div class="MsoNormal">
—Te voy pillando el punto cañero, me gustas. No, no se trata de eso. Vivimos en la era de los vuelos baratos y no acaba de gustarme la idea.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>¿Ecologista? ¿Miedo a volar? ¿Simplemente paleto? No puedo evitar seguir tirando del hilo. Lo importante, ha dicho “me gustas”. Se le ha escapado. Joder, creo que me estoy enamorando. ¿Ya estamos? Que no se te note.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
—Bueno, la verdad es que tanto turisteo da asco y no, no voy a ser ahora yo la rancia que diga aquello tan manido de que yo no hago turismo, sino que viajo. Oye, cada cual tiene sus manías, si no te gusta volar…</div>
<div class="MsoNormal">
—No es eso, es que los aviones precisamente son una de las pruebas de que nos engañan.</div>
<div class="MsoNormal">
—¿Nos engañan?</div>
<div class="MsoNormal">
—Sí, claro. Lo que te voy a decir te sorprenderá, pero no creo que vayas a salir disparada con lo que te voy a decir. Como te dije antes, prefiero ser sincero y creo que vales la pena.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>Las mariposas, las jodidas mariposas en el estómago. Pero qué misterioso, a ver por dónde sale. Con lo seguro y un poco pedante que parecía al principio y ahora parece desarmado. Me gusta verle así. Le besaría ahora mismo. Espera, cuando salgamos a la calle, que siga hablando. Un sorbito a la copa para que se anime él a seguir, que vea que estás relajada.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
—Gracias, tú también. Si no quieres, no hay necesidad de que me lo cuentes.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
—Bueno, es que es una teoría que no es muy popular, la gente suele burlarse y somos pocos los que la defendemos, pero es una muestra más de lo gregaria que es la gente. Confío en que no saldrás corriendo, no eres una más.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>Que lo suelte ya. Lo tengo en el bote, menudo pedazo de tío. Y ahora se muestra vulnerable, es ideal. Contigo hasta el fin del mundo, chato.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
—Seguro que no huyo despavorida, no te preocupes. Venga, no será para tanto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
—Bueno, el caso es que, si lo piensas bien. ¿No te llama la atención que, teniendo en cuenta el movimiento de rotación de la Tierra, si un avión se quedara parado en el aire, llegaría a su destino sin necesidad de moverse?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>No digas nada, sigue sonriendo, las cejas quietas, muérdete la lengua si es necesario, no la cagues ahora.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
—Pues la verdad, no me lo había planteado nunca.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
—Es de cajón, ¿verdad? Pues es una de las pruebas más claras de que el planeta no es redondo. Y hay muchas más.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>Excúsate si es necesario, ve al baño si no vas a aguantar la risa, pero mantén la calma. Terraplanista, el tío es terraplanista. Si ya lo decía yo, que no podía ser perfecto. Deja que hable. Así, muy bien, asiente de vez en cuando, sonríe. Mantén la función fática. Terraplanista. Qué cojones. Pero este no se me escapa, a la mierda las mariposas. Que siga hablando, da igual. Necesito un vodka, eso sí. O dos. Y dale con la matraca. Descartado por completo. Lleva ya media hora. Pero este no se me escapa vivo, aunque sea por cobrarme haber aguantado la mierda del terraplanismo.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
—Ostras, pues sí que tienes argumentos, me estás haciendo dudar un poco. Oye, pero una cosa tengo clara, se ha hecho muy tarde y…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
—Vaya, lo sabía, te he aburrido con el tema. Lo siento de veras.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
—No, para nada. Mira, aunque seguro que vamos a quedar más veces, voy a ser directa. Me pide el cuerpo que te vengas a mi casa. Está aquí al lado, ¿te apetece?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
—Claro, sería imbécil si te dijera que no.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>Descuida, que imbécil eres un rato. Anda, te dejo pagar la cuenta para que te sientas todo un machote. Toma ya esos morrazos que tienes, ya tardabas en comerme la boca. Vámonos, alma de cántaro, si al final mis amigas tenían razón. Un polvo o dos en tarifa plana, mira que soy graciosa, y ya puedes irte solito hasta el fin del mundo, cuidado no te caigas al llegar.</i><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
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<o:p><br /></o:p></div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-62671602029599390872019-10-28T20:26:00.002+01:002019-10-29T16:06:50.632+01:00De rodillas<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt;">No quiero recurrir a los tópicos, pero he hecho todo lo posible por no caer en la tentación. Que me juzgue el único que puede hacerlo, pues con toda seguridad no será tan severo su juicio</span><span style="font-size: 12pt;"> </span><span style="font-size: 12pt;">como el que emana de mi propia conciencia. Me reconozco como el peor de los pecadores, uno más entre las reses condenadas de antemano que se balancean día a día hacia un destino conocido. Pero no soy solo la sombra que se agita por las noches entre sudor y temblores, el insomne </span><span style="font-size: 12pt;"> </span><span style="font-size: 12pt;">que se revuelve y amenaza con la mirada al cielo estrellado. Iluso, anhelo con equilibrar la balanza con la redención que otorgue mi buen hacer. Mi carácter se ha conformado en base a la disciplina y a la dedicación al prójimo. Humildad, sacrificio, bondad.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;">La tentación es diaria<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y no conoce fiestas o <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>sacramentos, pero al margen del día a día, hay experiencias que dejan una huella indeleble pese al transcurrir de los años. El primer anzuelo es el que se clava de forma más firme en la carne y acaba integrándose en ella, como un huesecillo infecto y metálico que me recuerda una y otra vez el error cometido, ese primer momento en el que cedí a la tentación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;">Fue un verano más de los que pasaba mi familia en un pequeño pueblo de Zamora que había visto nacer a mi madre. Apenas tendría yo trece años, pero me consideraba plenamente adulto y responsable. No caía en las diabluras propias de mi edad y ya mostraba querencia por la lectura y las disquisiciones filosóficas y religiosas, por lo que mis padres y los de mis amigos delegaban en mí la responsabilidad de cuidar de los más chicos que conformaban la pandilla estival. No era tarea complicada en aquellos tiempos de despreocupada felicidad, de un asueto rutinario en el que nos veíamos inmersos, como si el tiempo se hubiera detenido y no hubiera más existencia que la de bañarse en el río y jugar todo el día. Era bueno inventando historias, tramas heroicas o fantásticas en las que asignaba a cada uno el personaje que iba a interpretar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;">Juan era mi mano derecha. Dos años menor que yo, andaba siempre con el pelo negro revuelto y con un gesto de pícaro robagallinas. Parecía estar tramando alguna travesura en todo momento, aunque estuviera simplemente sentado bajo la sombra de un pino. Aunque estuviera callado, tras los dos carboncillos inquietos de su mirada le adivinaba alguna fechoría. Me pasaba el día reprobando su lenguaje soez, cargado de vulgarismos y palabrotas. Aun y así, o tal vez por ello, era mi mejor amigo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;">Aquella tarde en la que subimos todos al viejo molino de agua a jugar a quijotes de río, empezó a girar para mí la maldición a la que sigo amarrado. Juan insistió en encaramarse a la vieja rueda de madera, sin más motivo que probar a todos que era el más ágil y fuerte. Era algo habitual en él, pero no contó con que la madera cedería bajo sus pies y acabó cayendo de bruces desde un par de metros de altura. Un susto, apenas unos rasguños y unas risas, pero me enfurecí de veras con él, porque podría haber sido mucho peor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;"><i>Mira cómo te has puesto. Como te vea tu madre, se lo dirá a la mía y no nos van a dejar salir en una semana. Ya, claro, no te has hecho nada, siempre dices lo mismo. Venga, vamos a la orilla, mejor te limpias esa herida.</i><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;">Tenía un corte en la rodilla, por el que empezaba a manar la sangre. Poca cosa, pero era mejor limpiarla. Cojeaba un poco y se apoyó en mi hombro en dirección al río. Los otros quedaron atrás, inspeccionando el molino.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;"><i>Ya ves, íbamos a jugar a quijotes y me da que esto va a parecerse al final a un bautismo. San Juan Bautista bautizado, San Juan el de la rodilla pelada. Aunque tú de santo tienes poco. Mira que estás loco, pero deja que lo haga yo, te va a doler, pero es mejor que te limpie esa sangre. Así, suave. </i></span><i> Ves como ya no te duele.</i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;">Y luego un silencio incómodo que me despertó de mis ensoñaciones, como si una puerta se cerrara de golpe. Un silencio que decía qué estás haciendo, déjalo ya, estoy bien, ya me curo yo la herida, deja de tocarme. Un silencio a punto de estallar en mi cabeza, un sofoco y unas ganas de seguir acariciando, hasta que Juan me apartó de un empujón y aquella orilla nos separó para siempre.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 18.4px;">Aquel niño que fui yo sigue aquí, mirándote a los ojos, a ese tú que es mi espejo, que es conciencia del pecado. Yo que ahora absuelvo, que impongo penitencias, que sigo rodeado de niños, que imparto el más sagrado sacramento sobre sus lenguas temblorosas, sigo siendo aquel crío en la orilla del río, bautismo de sangre y tentación, pasado que vuelve una y otra vez. Yo te absuelvo, hijo, dos padrenuestros y un avemaría, que vuelva a girar la noria. Puedes levantarte, te acaricio el pelo y desvío la mirada, a mi pesar, hacia esas dos pequeñas rodillas enrojecidas por la genuflexión.<o:p></o:p></span></div>
<br style="text-align: start;" /></div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-55645078205872690642018-11-21T18:55:00.000+01:002018-11-21T18:55:09.607+01:00Maiferleidi<br />
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―Es que es de cajón. Pocas sublimaciones ha habido tan claras en
el mundo de la literatura como la de Borges cuando escribió <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Aleph.</i> Eso no me lo discutirás,
aunque con la noche que me estás dando, no sé yo. Que mira que te encanta
picarme y contradecirme. Me refiero al cuento en concreto, ¿eh? No me dirás que
va a ser casual que Borges fuera ciego y que ideara ese fenómeno milagroso, ese
remedo de mirada divina a través del cual poder observar la totalidad,
convertirse en un dios tirado en el suelo del sótano de una casa vieja,
observando una esfera diminuta que concentra y muestra toda la realidad. El ojo
que todo lo ve, aquello que tantas interpretaciones ha tenido en la historia de
la crítica y que claramente es un grito desesperado de Borges por recuperar la
visión.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Te dejaría seguir haciendo el ridículo, porque me resultas
hasta tierno cuando te conviertes en mi pedantito de pies de barro, pero es que
me<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>está costando aguantarme la risa. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Me voy a acabar cabreando y te vas a quedar sin postre. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Con lo que te gusta a ti darme el postre. Anda, no seas
bobo. Si lo que quiero es que no metas la pata soltando esas barbaridades por
ahí. En mala hora te convertí en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Maiferleidi</i>,
con lo bien que estabas calladito en el gimnasio marcando pectorales. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Yo seré <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Maiferleidi</i>,
pero tú eres un cabrón con todas las letras. Un cabrón juntaletras, a ver si
voy a tener que pagar yo el pato porque te hayan rechazado otra vez la novela. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Eso no tiene nada que ver.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Todo tiene que ver con todo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Claro, como el aleph, ¿verdad? Que te vayas leyendo los
libros de la lista que te hice, no te convierte en crítico literario por arte
de birlibirloque. Que estamos hablando de Borges, de uno de los autores más
estudiados de la literatura del siglo XX. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Y como soy muy lerda, no puedo opinar sobre él. ¿Es eso lo
que quieres decir?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>No, puedes opinar lo que te dé la gana. A mí me gusta que
hagas el burro conmigo, pero no que sueltes burradas. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Que sí, que tengo claro para qué me quieres, ya solo falta
que me dibujes una polla en la servilleta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Eso también, pero cuando Borges escribió El Aleph…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―Estabas tú presente y te contó que lo había escrito para
describir tu ojete infinito. Es eso, ¿verdad? Te hacía vieja, pero no tanto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Esa ha sido buena, pero no. Es algo más sencillo. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Venga, ilumíname.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Joder, que cuando Borges escribió el Aleph, aún no estaba
ciego. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">― </span>¿Y por qué no me lo has dicho antes?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―Como si hubiera servido para algo. Estás como un tomate, por
cierto. Anda, toma un poco de vino.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―Bueno, entonces de postre…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;">―</span>Algo con dulce de leche.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<br />Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-920384593883298142018-10-04T17:40:00.001+02:002018-10-04T17:41:04.966+02:00SIN RODEOSPodría haber sido cauto, alegar cualquier excusa para hablar a solas, dejarse ver en las reuniones semanales de la parroquia, mostrar cierto desinterés interesado cuando había más personas presentes para picarla y atraer su atención, buscar aficiones comunes, anotar cuidadosamente sus gustos, los pequeños detalles que son la llave del triunfo, recordar sus lecturas de juventud, asimilar los pasajes más didácticos del <i>Ars Amandi </i>de Ovidio y fantasear con las escenas del <i>Decameron </i>de Boccaccio, hacerse el encontradizo, tantear con sumo cuidado qué tipo de humor le hacía gracia, encontrar sus puntos débiles, investigar sobre sus relaciones anteriores, entender qué habia fallado para mostrar la cara opuesta, definir qué podía estar ella buscando, pero Luciano Martín no era persona de rodeos y metió la mano por debajo del refajo de Jacinta, aprovechando que se había agachado a recoger el rosario que se le había caído al suelo, echando así al traste cualquier atusbo de romanticismo y recibiendo un bastonazo que lo dejó seco y cortejando a los gusanos.Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-35877419208200961212018-09-20T13:41:00.002+02:002018-09-20T13:41:15.890+02:00AHORA TE CUENTO YO<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 24px;">Ya veo que te lo has pasado genial. Me alegro, porque te lo mereces. Te lo has ganado después de todo un año currando a tope. No me mires así, que hablo en serio. Lo de la reducción de plantilla sabemos que no estaba en tus manos. Lo sé, eres un currante más, codo con codo. Qué menos que poder desconectar del marrón que hemos pasado este año en ese pedazo de crucero que te has pegado con tu novia. Enséñame de nuevo la foto de Capri. Qué bonito, sí que parece una postal. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pues yo nada, en casa, tranquilo. Sí, a veces es lo mejor, simplemente descansar. Mucha gente me lo ha dicho. Pero espera, no te vayas, aún nos queda un cuarto de hora de comida y para una vez que te sientas conmigo, te cuento lo que he hecho estas dos semanas. Cuando te he dicho que he pasado las vacaciones en casa, quería decir que literalmente no he salido de casa en dos semanas. Odio el calor y sin aire acondicionado lo mejor es estar con las persianas bajadas durante el día y tratar de moverse lo menos posible. Tengo suerte porque la casa de mis padres es vieja, de las de techos altos. ¿No sabías que vivo en casa de mis padres? No, ellos murieron hace tiempo. Tuve que volver después del cambio de sede. En realidad me hicisteis un favor, porque el piso del centro no me lo podía permitir y me venía fatal la combinación de metro. Así que volví a Canillejas, el barrio más feo de Madrid, el culo de la calle Alcalá. Perdona que me ponga <i style="mso-bidi-font-style: normal;">literario</i>. Como me dijiste en la reunión de seguimiento de la semana pasada, tiendo a la dispersión. Volví al barrio con el rabo entre las piernas. El regreso de un becario de cincuenta años, acojonado por la posibilidad de perder el puesto de trabajo a esa edad tan jodida. Ya, ya sé que técnicamente no soy un becario, pero sabes a lo que me refiero. Pues lo que te decía, persianas bajadas, un saco de diez kilos de comida para el gato y salir sólo para bajar la basura por las noches y fumarme un piti en el portal. Vuelta a subir y a ver la tele, encadenar cabezadas hasta perder la noción del tiempo y calentarme algo en el microondas. Ahora puedes pedir que te traigan la compra a casa, siempre hay gente más puteada que uno, eso es verdad. Ya ves, he ganado cinco kilos en dos semanas a base de comer mierdas y estar tumbado en el sofá. Ya me hubiera gustado engordar por haberme puesto gocho en el buffet libre de un hotel, pero el sueldo no da para más. Y no te creas que no he disfrutado. Estaba la mar de a gusto. La mayor parte del tiempo me quedaba a oscuras y me dedicaba a escuchar. Nunca hay silencio en esta ciudad. Como mucho, con suerte, a partir de las cuatro de la noche pueden pasar unos minutos sin que pase un coche, pero siempre está ese murmullo de fondo del tráfico. En realidad Madrid tiene mar, una marea de humanidad que nunca cesa, que es apenas un zumbido a esas horas de la noche, pero que se convierte poco a poco en oleaje. ¿Ves? Si en el fondo soy un poeta. Hay postales que uno se monta en la cabeza. Me gustó estar sin hacer nada, inerte, pasivo, medio desnudo, disfrutando de la pérdida de tiempo, consciente de los millares de vidas que me rodeaban, cazando conversaciones, con suerte algún gemido de placer escurriéndose por alguna ventana. Mi gato, viejo y castrado, era el compañero perfecto de mi inactividad. Llámame cerdo, pero no me apetecía ni ducharme, a pesar del calor. No le veía utilidad. Los muertos no se duchan y yo jugaba a estarlo. El cadáver andante de un oficinista. En las noches de más calor, me pegaba a la pared como si fuera una salamanquesa. Escuchaba el sonido distorsionado de las conversaciones de los vecinos, el cotorreo metalizado de los televisores, el rumor de los grifos y las cisternas, resonando en la noche como un aparato digestivo. Me excitaba imaginar qué absorbía vidas ajenas ¿No dices nada? No, no he bebido. Sólo creo que tengo derecho a contarte mis vacaciones, aprovechar este <i style="mso-bidi-font-style: normal;">break </i>para confraternizar un poco. Quiero sentirme fidelizado, parte del proyecto. Pero no te vayas, hombre. Para una vez que te cuento las vacaciones, no me dejes con la palabra en la boca.<o:p></o:p></span><br />
<div>
<span style="font-size: 12pt; line-height: 24px;"><br /></span></div>
</div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-35999921157891814292018-03-29T13:20:00.000+02:002018-03-29T13:20:00.841+02:00¡Adios, ríos!<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span style="background: white; color: #444444; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 14.2667px;">Adios, ríos; adios, fontes;<br />adios, regatos pequenos;<br />adios, vista dos meus ollos:<br />non sei cando nos veremos.<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span style="background: white; color: #444444; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 14.2667px;"><br /></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span style="background: white; color: #444444; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 14.2667px;"><br /></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span style="background: white; color: #444444; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 14.2667px;"><br /></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span style="background: white; color: #444444; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 14.2667px;"><br /></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 32px; text-align: justify;">
<span style="background: white; color: #444444; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 26.6667px;">Un vagón de metro cualquiera. La consabida rutina, tantas veces retratada. Noche de sábado hacia la periferia, jugar a adivinar retratos e historias en los rostros, mirada esquiva de adolescente, rostro cansado de camarera, aliento a alcohol de un hombre adormecido, un niño chino, obeso, sonriente, come patatas de bolsa con ritmo de metrónomo, su madre absorta en el móvil, casi todas las miradas buscando no enmarañarse, fijándose en un punto concreto de la nada para no cruzarse entre ellas. Escena mil veces descrita, pasto de aspirantes a escritor, literatura del cansancio compartido. En la siguiente estación, sube un hombre andrajoso, un signo de exclamación serpenteando entre la muchedumbre, algunas fosas nasales se contraen tratando de enterrar el olor a muerte en vida característico. Nada nuevo, un mendigo cualquiera, de entre cincuenta años y mil derrotas de edad. Pide disculpas al resto de viajeros, ritual común del pedigüeño, no quiere molestar, como si alguien estuviera haciendo algo importante, como si la vida del resto del pasaje valiera más que la suya, <i>captatio benevolentiae</i>, parece avergonzado, puede que forme parte de un papel estudiado, del anzuelo que tiende para buscar el contacto, <i>disculpen y buenas noches, no querría molestar, voy a recitar unos versos de Rosalía de Castro. </i>Colgado en las paredes del vagón, un cartel pregona versos de un poeta relamido del 27, dentro de la campaña <i>Ni un día sin poesía</i>. En contraste, la turbiedad alcohólica de las palabras balbuceadas por el mendigo, apenas inteligibles, como si fuera consciente de que casi nadie sabe quién es Rosalia de Castro en aquel agujero lejos de cualquier río. Recita los cuatro primeros versos, no parece recordar más, y me tiende la mano, piel oscura, de ese color sin raza que tienen los mendigos con solera. Sé que esa moneda que le doy acabará en vino, pero el recurso a los versos me ha enternecido, su irrupción inesperada, un guiño cultural, frívolo, que bordea el ineludible continente de la tragedia, ese hombre ahora derrotado que, de niño, memorizó aquellos versos sin saber que serían un recurso desesperado, una espada de madera en una batalla perdida.</span><o:p></o:p></div>
<div>
<span style="background: white; color: #444444; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 26.6667px;"><br /></span></div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-66958726213614874612018-01-13T12:28:00.002+01:002018-01-13T12:28:47.917+01:00P'alante<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSm19r08zdkK4TnIu_OdVZr_1sY-jmka2bzokoyTOP0hcoUuzavTWIxyYcN4i4oiqEjgCabv1DOq1SrjIE32ULHr7t8EVcl2WnTbWDj-1MOsHxQl6vcaSSURft08o5rJDYM6UVm4Aacw/s1600/rajoy.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="362" data-original-width="643" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSm19r08zdkK4TnIu_OdVZr_1sY-jmka2bzokoyTOP0hcoUuzavTWIxyYcN4i4oiqEjgCabv1DOq1SrjIE32ULHr7t8EVcl2WnTbWDj-1MOsHxQl6vcaSSURft08o5rJDYM6UVm4Aacw/s320/rajoy.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<br />
<div class="MsoNormal">
Doy por sentado que tienes en cuenta las repercusiones electorales de lo de Juan Ignacio. Que sí, que parece que de una forma u otra tu estrategia de segundo plano hace que salgas indemne, pero esta vez la has cagado bien. Y perdona que te sea tan franco y directo, pero son ya muchos años a tu lado como asesor y creo que pocas veces me he equivocado. No me gusta disfrazarme ahora de suegra gruñona, pero te lo dije, te dije una y mil veces que Juan Ignacio no era de fiar, que le tiraban más las ansias de figurar que la picha o la cartera. A los amiguetes políticos se les amarra por esas dos cosas y, si las rechazan, malo. Fíjate tú la que te ha jugado en esa puta conferencia de presa, con esos aires de superioridad moral que se da, el mentón bien alto y jugueteando con el rosario del bolsillo de su pantalón. No son de fiar, no son de fiar, sólo se ayudan entre ellos y si no eres de los suyos, de una u otra forma te acabas convirtiendo en su enemigo. Y ahora a ver cómo salimos del embrollo, que seguro que lo hacemos. Lo primero de todo es preparar una coartada, creo que sería bueno utilizar ese selfie que publicaste en año nuevo, cuando saliste a caminar con Pepe y Julián. Que no sé yo cómo mantienes la amistad con esos dos, después de que los defenestraras por lo del fondo agrario. ¿Qué cómo vas a utilizar ese selfie? Joder, está claro. Si estabas por el campo de paseíto con ellos, es materialmente imposible que estuvieras a la vez en Bruselas negociando con el catalán. Que sí, que ya sé que sí estabas en Bruselas y el selfi es de otro día, pero lo que nos ocupa ahora son dos cosas: averiguar cómo se han enterado los amigos de la sotana de lo del encuentro con el exiliado y cómo negar cualquier asomo de acercamiento con los indepes. Ahora no te oigo bien, creo que es la cobertura. Ah, que estás comiendo un polvorón. Qué cojones tienes. Yo recomendándote un logopeda para que pronuncies mejor y tú comiendo polvorones mientras te soluciono la vida. Que sí, que ya sé que para algo me pagas, así es imposible que tengas ni un mínimo de ansiedad. Menuda pachorra tienes, así te va. De bien, claro, que pareces inexpugnable, que yo no trabajo para cualquiera, presidente. Si es que siempre me acabas convenciendo, vale, no me preocupo. Perdona, es que voy conduciendo y he perdido cobertura. Sí, todo claro. No decimos nada, nada de nota de prensa y movemos algún tema en paralelo para dar de comer a los medios. Tenemos en la recámara que el fiscal les meta un buen capón a los subnormales esos del programa nocturno de La Ser. Sí, el gordo de la barba y los otros dos. Eso hará el suficiente ruido. Lo de siempre y <i>p’alante, </i> presidente. Espera un momento, que me acaba de llegar un Whatsapp de Pepe. Joder. Hostia. Espera, que aparco. Te lo voy a reenviar. Sí, joder, me lo ha enviado Pepe. ¿Cómo no te diste cuenta de que te hizo esa foto? Tranquilízate y vamos a esperar qué quiere a cambio de no pasarla a la prensa. Porque algo va a querer ese hijo de puta. Ya, ya sé que no es delito, que por mear en el campo no has matado a nadie, pero… Joder, no sé cómo decirlo presidente, el cabrón ha sacado la foto en un ángulo de forma que parece que… Cómo que que hable claro. Pues que no sé cómo te pilló, desde dónde te hizo la foto, pero parece que… que la tengas diminuta, joder. Que seguro que es la perspectiva, pero piensa en el daño que puede hacer que esa foto empiece a rular por las redes. Lo entiendo, lo entiendo, no me grites. Lo que sea, le daré lo que sea, me cago en todo, pero por mis muertos que cuando te saque de esta me busco otro curro, que al menos a Clinton se la estaban chupando cuando se la sacó. Que sí, que te digo algo, que no me río, que esto es serio, pero seguro que minimizamos de alguna forma el impacto, en caso de que la foto salga a la luz. Que no, que no quería hacer un chiste. Cuelgo.</div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-70901488904143186732017-12-03T17:57:00.003+01:002017-12-03T17:57:42.847+01:00El señor<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>El señor<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hoy hace justo un año que el
señor de bigote se presentó en casa. Recuerdo que al principio pensé que era un
comercial de seguros, uno de esos vendedores a puerta fría que provocan un
inmediato fastidio en la cotidianidad interrumpida. Su aspecto era impecable,
traje y corbata, permítame usted un momento, no quisiera molestar, pelo
entrecano engominado, tosecilla nerviosa y nudo que se ajustaba de vez en
cuando de forma compulsiva, para acto seguido acariciarse el bigote antes de proseguir
su discurso. Tenía, eso sí, la frente perlada de sudor, así que le ofrecí un
vaso de agua. Si no le importa, se lo agradecería mucho y ya estaba en la
cocina, sonriéndome con los labios finos muy apretados. Como le decía, no es mi
intención importunarle, no crea usted que hago yo esto todos los días, pero es
que al levantarme esta mañana para ir al trabajo, he sentido la necesidad de
desviar mi ruta habitual, que sigo con puntualidad prusiana desde hace cuarenta
años y llamar a su puerta. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En un principio, pensé que
estaría aquejado por algún tipo de mal pasajero que le ofuscaba la mente y que
le había incitado el impulso repentino que le había llevado a nuestra casa,
pero me di cuenta en seguida que aquel señor no sólo regía perfectamente, sino
que daba clara muestra de una gran lucidez. Hábil conversador y en extremo
educado, durante las tres horas que transcurrieron hasta la hora de la cena, me
habló de un abanico de temas de lo más variopinto, divagando con la mayor
precisión, si es que a eso se le puede llamar divagar, sobre temas artísticos,
históricos y filosóficos de la ciudad. Cuando le pregunté si acaso se trataba
del cronista municipal, se encogió de hombros y soltó lo más parecido a una
risilla de lo que le oí nunca, apenas un graznido amortiguado bajo la cortina
de su bigote. Los libros, los libros son la auténtica crónica, sólo hay que
saber encontrarlos, para encontrarse a uno mismo. Y en esta casa hay un libro
que me interesa en especial. Quiso excusarse en ese momento, pero no pude más
que ofrecerle quedarse a cenar, para saciar mi curiosidad. Como sospechaba, era
de apetito frugal y apenas probó el puré de verduras y la pechuga de pollo,
agradeciendo mi hospitalidad, eso sí, a cada bocado. En cuanto pude, saqué a
colación el tema del libro, alegando que, para mi vergüenza, pocos eran los
ejemplares de los que disponía, ya que me había habituado al formato
electrónico y apenas había dejado como decoración, los que encontré al adquirir
la vivienda, además de unos pocos míos, principalmente ensayos de medicina. Rematamos
a los postres la botella de vino que había descorchado y que sí apuró con
fruición y le acompañé a la vieja biblioteca, que hacía las veces de estudio.
Para mi sorpresa, el interés que hubiera podido suscitar su visita, parecía
haberse disipado de golpe justo cuando lo tenía a la mano. A duras penas echó
un vistazo huidizo a los lomos de los libros y se apoltronó en el sillón
orejero junto al radiador de la sala, quedándose casi al instante roque. No
quise despertarlo, así que busqué una manta y lo tapé, confiando en que al
despertarse tuviera la prudencia de marcharse sin hacer ruido. Eran ya las dos
de la madrugada y el vino también me
había adormecido, por lo que me acosté. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A la mañana siguiente, tras ir al
baño, lo primero que hice fue dirigirme al despacho. Encontré la manta
perfectamente doblada sobre el sillón y el hueco de un libro desaparecido en la
estantería. Me maldije para mis adentros, por haber sido tan confiado. Me
molestaba no tanto el hurto, como haber sido engañado por alguien que había
resultado ser un frescales disfrazado de señor. Hasta que sentí el aroma a
café. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A la luz del día, parecía más
pálido y demacrado, con ese aire espectral que desmentía la fruición con la que
mojaba en el café las rosquillas que saqué para desayunar. No quise incomodarle
de momento con premuras fingidas, ya que aquel día no me tocaba trabajar en la
clínica hasta bien entrada la tarde. Cuando centré la mirada en el libro que
había dejado sobre el taburete de la cocina, me comentó que se había
equivocado, que no se trababa de ese. Dejando de lado que el principal misterio
era cómo estaba tan convencido de que yo poseyera el libro que buscaba, me
empezó a hablar sobre los orígenes del edificio, que había sido antigua casa de
bomberos, a principios del siglo XX. Siempre tenía una historia interesante que
contar y lo hacía de forma tal que el tiempo pasaba volando y uno apenas
intervenía, enredado por completo en sus palabras. Aún no sé cómo fue que me
ofreció sus servicios, de forma casi sibilina, con medias palabras, ligeramente
avergonzado y apelando a sus penurias económicas, entre narración y narración.
El caso es que, movido por la curiosidad de conocer más a fondo a aquel
personaje, acepté. Para un observador externo, podría llegarse a la conclusión
de que acababa de contratar a un mayordomo, un cargo desfasado, obsoleto y
pretencioso para alguien con mis necesidades y posición social. Pero en ningún
momento surgió esa palabra entre nosotros, no había relación de empleador y
contratado, sino la de acompañante. De forma tácita, llegamos al acuerdo de que
él seguiría contándome sus historias a cambio de techo y manutención. Sellamos
el acuerdo compartiendo la última rosquilla.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Supongo que lo del libro fue una
excusa para justificar su presencia. Tal vez fue la única mentira que utilizó
en su beneficio, esa y sospecho que su nombre, que no revelaré, porque me negué
desde un inicio a contrastar la veracidad de todas las historias e ideaciones
con las que me regalaba a diario. Pero si el libro nunca existió, se dispone a
enmendarlo. Ya le he sorprendido varias veces escribiendo. En cuando me ve,
esconde las cuartillas y finge no haber estado haciendo nada. Con los años, me
he acostumbrado a no hacerle preguntas, a aceptar sin más su presencia, pero no
puedo dejar de pensar en qué estará escribiendo, en si esa su última historia
empezará con alguien llamando a la puerta de una casa cualquiera.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-77255529095364361982017-10-13T11:57:00.001+02:002017-10-13T11:59:04.190+02:00Álbum<div class="MsoNormal">
<div style="text-align: justify;">
Te llamas Bernardo Bernal y eres feo, gordo, calvo, raro.
Echas la culpa de tu mala suerte con las mujeres a tu aspecto, pero no haces
nada por remediarlo. Llevas casi siempre la misma ropa, apenas un recambio
semanal para cada pieza. No haces ejercicio y comes mal y de forma descuidada. Vives esperando a que muera tu madre y heredar
el piso diminuto en el que convivís. De fondo, la foto enmarcada de tu padre,
en el comedor, ese bigote reprochando tu mera existencia. Eres virgen a los 44,
pero nadie diría que eres infeliz. Gozas de aparente buen humor, pareces buena
persona y haces reír a los demás cuando te lo propones, a base de ocurrencias
groseras y chistes de bar. Además, tienes un hobby con el que te sacas unas
perras y que te ha hecho conocer gente. Si vas a justificar tu existencia con
eso, mal vamos. Coleccionas cromos de fútbol y los vendes o intercambias en el
Rastro, en la plaza del Campillo del Mundo Nuevo. Eres ya un personaje conocido
allí. Los domingos te pones una camiseta demasiado ceñida de Hugo Sánchez, casi
una reliquia, pero que te sirve para distinguirte entre la marabunta de
coleccionistas que hormiguean por la
plaza. No fallas nunca, sonríes siempre, aunque te hagan las mismas peticiones,
aunque te sepas ya de memoria qué cromos son difíciles de encontrar y la gente
pregunte por ellos como si fueran uno más. No, ningún cromo es uno más, aunque
muchos sean más fáciles de encontrar y estén repetidos hasta la extenuación.
Fantaseas con ser algún día una de esas personas importantes que deciden cuál
es la proporción exacta de cromos raros que van a salir en la colección de tal
temporada. Señalar con el dedo a ese extremo izquierda del Valladolid al que
nadie conoce. Darse el capricho de marcar la excepcionalidad. En la plaza, como
los cromos, muchos rostros son repetidos, aunque parezcan distintos. Te
permites hacer filosofía barata sobre los distintos tipos de personas que
trapichean con las estampillas futbolísticas. Todos ellos se creen únicos, pero
muchos responden a patrones que sabes diferenciar. Oportunistas, aburridos,
ansiosos, inocentes, timadores, distintos equipos para alcanzar el trofeo de la
colección completa, o para acumular cromos raros que puedan tener más valor. Lo
que para unos es un intercambio provechoso para ambas partes, es un ejercicio
de depredación contumaz para otros. Tú te sitúas en un término medio. Sabes
mostrarte amable con los primeros y perspicaz con los segundos. Llevas muchos
años frecuentando el lugar y pocos pueden decir que tengan una colección tan
extensa y cuidada como la tuya. Llegas a primera hora, te sientas en ese banco
que ya los habituales dan por hecho que es el tuyo y despliegas la mesita de
camping sobre la que vas colocando minuciosamente tus álbumes. Teniendo en
cuenta que hace tiempo que no buscas ningún cromo específico y que eres un
proveedor experto, tu objetivo es otro y los medios para obtenerlo, muy
básicos. Podría resumirse en que das esperanzas a la gente de obtener aquello
que desean. No de forma inmediata, porque eso haría que el coleccionista de
turno desapareciera una vez obtenida su presa, sino dando largas, prometiendo,
mostrando primero una foto del cromo en el móvil, luego dar excusas para
llevarlo una semana más tarde, llegada esa semana dirás que se te ha olvidado y
acabas intercambiando móviles en vez de cromos para poder quedar algún día entre
semana y cerrar la operación. Ese es el gran objetivo, el que sólo sabes tú:
conseguir números de teléfono, agregarlos a tu agenda, abrir Whatsapp y guardar
las fotos de perfil, las actualizaciones de estado, descartar las fotos
anodinas y quedarte con los retazos de felicidad ajena, imprimir las mejores y
guardarlas en un álbum que no llevarás nunca a la plaza, que no intercambiarías
con nadie, repasar por las noches esas fotos en la playa, esos banquetes que no
puedes permitirte, esos rostros sonrientes, con suerte acompañados de su
familia, de sus hijos pequeños, tan tiernos ellos, tan inocentes. </div>
</div>
<div class="MsoNormal">
<o:p></o:p></div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-638874048125826482017-06-30T21:38:00.002+02:002017-06-30T21:38:51.442+02:00La encimera<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Confundí la tristeza con desidia y me entraba una rabia sorda cada vez
que veía los restos de grasa en la rejilla de la encimera de la cocina. No
entendía que mi madre, que siempre había sido escrupulosa con la limpieza,
descuidara la presencia de signos de dejadez tan evidente. A mi padre le
gustaba cocinar la paella de los domingos y ella recogía siempre el estropicio
que dejaba a su paso, atento sólo al sofrito y al punto del arroz e ignorando
salpicaduras, manchas y restos de comida. Era una función semanal con un guion
ya asumido por todos. El único halago verdadero era el silencio que se producía
cuando el arroz salía especialmente rico y todos engullíamos, horadando con
afán en el recipiente, en busca del anhelado <i>socarrat</i>. Pero, quitando esa prerrogativa semanal, la cocina era
territorio de mi madre. Aunque desde bien pequeña me mostraba dispuesta a
ayudarla, ella siempre rehusaba, alegando que podía cortarme y que ni se me
ocurriera acercarme a los fogones, aunque estuviera haciendo una simple pechuga
a la plancha. Llegué a pensar que no cedía un ápice para justificar la
sempiterna queja al acabar de recoger la cocina y echarse a descansar en el
sofá a ver la novela de turno, con el privilegio acordado de que nadie osara
sugerir que cambiara de canal. Cuando estaba especialmente enfadada, arremetía
con la sosa cáustica y dejaba como los chorros del oro los fogones, repasando
si hacía falta la rejilla con un cuchillo. Si la veíamos hacer eso, lo mejor
era salir de casa sin hacer ruido al cerrar la puerta. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Mi padre murió de un infarto al poco de irme yo a vivir con Alberto, una
muerte repentina y discreta, efectiva, sin grandes ruidos, como había sido toda
su vida. Y aunque ella nunca dejó
escapar la más mínima insinuación de que se sentía sola, no pude evitar
sentirme culpable y empecé a visitarla más a menudo. Ella, que siempre había
sido de guisos de cuchara, de los de hervor paciente y sostenido, comentaba que
ya no tenía sentido cocinar para ella sola
y no pocas veces me recibía impregnada en el olor inconfundible del
pescado congelado. Me daba rabia verla ganar peso paulatinamente y le decía que
no podía seguir así, que tenía que echar para adelante, que pensara en cambiar
de casa, en viajar un poco, que necesitaba un cambio. Ni que decir tiene que no
le interesaba nada de eso. Tenía un par de amigas de misa y café y poco
más. Sin darme cuenta, empecé a reñirla,
como si fuera una cría. Me enfadaba por tonterías y un día le dije de todo por
cómo tenía la cocina. Ella se encogió de hombros y volvió a decir que a ella le
daba igual y que nadie iba a verlo. Yo no soportaba lo que interpretaba como un
reproche velado y, harta ya de ver las gotas de grasa colgando como estalactitas
de dejadez de los hierros, me puse a limpiar como una loca, refunfuñando entre
dientes, sin darme cuenta de que no hacía sino replicar una conducta heredada. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
A partir de ese
día, me emperré en hablarle de la vitrocerámica, de sus ventajas, de la facilidad
de limpieza, de que así se evitaba el peligro del gas, que de un descuido no
nos salva nadie y que si conocía a un amigo de Alberto que trabajaba haciendo
reformas de cocina y que nos podía hacer un presupuesto muy ajustado y que
calla mamá, que de esto ya me encargo yo. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
Ella alegaba que
las amigas le decían que no era ni de lejos lo mismo que el fuego, que el arroz
no se quedaba igual, que era más difícil conseguir el punto y yo, con esa
crueldad que se muerde la lengua demasiado tarde, le recordaba que, como ella
misma decía, apenas cocinaba y que de hacía mucho que no comíamos paella, que como
las de papá, ninguna. Así que ella calló y me dejó hacer. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
El primer día parecía
ilusionada, expectante. La curiosidad parecía haberle hecho abandonar sus reticencias.
Se mostró muy atenta a las instrucciones del técnico y la sorprendí leyendo
detenidamente las del manual de la vitro. Ese día cociné yo y le enseñé los
pequeños trucos, como manejar los niveles de intensidad y aprovechar el calor
acumulado para apagar el fuego antes de tiempo. Así ahorras luz. Y este es el
producto para limpiarla, verás qué fácil, nada de rascar. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
Me sentía
satisfecha, reconfortada por haber introducido una novedad en su vida. Tuvo que
reconocer que aquella superficie plana y sin recovecos era mucho más práctica
que la vieja cocina de gas. Me relajé. Poco a poco, empecé a espaciar las
visitas de nuevo y acabaron siendo de nuevo semanales. Parecía haberle pillado
el punto a la vitro y volvió a guisar como antes. Alberto, aunque era de buen
comer, iba un poco a regañadientes,
cansado de que mi madre siempre nos preguntara que cuándo la íbamos a hacer
abuela, que se sentía sola y ella se encargaría sin problema de cuidar de la
criatura cuando estuviéramos trabajando. Hacía mucho que lo estábamos
intentando y era un tema delicado, así que Alberto empezó a excusarse y, por no
dejarle sola, acabamos yendo una vez al mes. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
No fue un cambio
repentino, pero al verla menos a menudo, noté que se estaba dejando llevar de
nuevo. Se notaba en la cocina, mi obsesión adquirida. Olía de nuevo a frito
requemado y los círculos blancos eran cada vez menos visibles y se iban
ennegreciendo poco a poco. En cada visita, un poco más, hasta que se volvieron
indistinguibles. Yo se lo reprochaba y Alberto me decía que la dejara en paz,
que ya era mayor y que lo mejor era que contratara a una mujer que le limpiara
una vez por semana. Ni siquiera cocinaba cuando íbamos a comer y encargaba un
pollo asado. <o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
Hemos decidido
alquilar la casa. Nadie va a querer
comprarla y no tenemos suficiente dinero para reformarla de arriba abajo. Vendrá
una chica a hacer la limpieza a fondo, antes de poner el anuncio, pero de la
cocina quiero encargarme yo por última vez. Por mucho que ventile, no logro que
el olor a refrito se desprenda de las paredes. Mientras froto la placa con la rasqueta, sudando,
enfurecida sin saber muy bien por qué, me parece ver el reflejo de mi madre en la
negrura del vidrio, reprochándome por última vez que, aunque parezca lo
contrario, hay recuerdos que no son tan fáciles de borrar. <o:p></o:p></div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-14847443570865147062017-06-10T12:06:00.002+02:002017-06-10T14:14:05.624+02:00Promoción<div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 200%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; line-height: 32px; margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: #222222; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 9.5pt; line-height: 25.3333px;">Julián Camarillo, oficinista vocacional, no ha roto un plato en su vida. Hombre prudente y apocado, cuarentón de los de madre en casa y novia inexistente, se distingue por no distinguirse. Por eso, cuando su responsable le comunica que va a prejubilarse y que ha pensado en él para sustituirle, no puede evitar una mezcla de sorpresa y de disimulada satisfacción por lo que piensa que es la merecida recompensa por su gris pero impecable trayectoria profesional.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; line-height: 32px; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; line-height: 32px; margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: #222222; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 9.5pt; line-height: 25.3333px;">—Un puesto de esta responsabilidad debe desempeñarlo alguien que sepa discernir lo personal de lo laboral y creo que siempre has sabido mantenerte al margen de cualquier circunstancia ajena al trabajo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; line-height: 32px; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; line-height: 32px; margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: #222222; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 9.5pt; line-height: 25.3333px;">Desde luego, Julián mantiene las distancias con sus compañeros, si bien no tanto por mérito suyo, como por decisión ajena, ya que siempre había sido considerado un bicho raro al que nadie se le ocurría hablar de nada que no fuera trabajo. No tiene afiliación política, deportiva o sexual conocida. Se limita a cumplir de forma escrupulosa sus tareas y no se le conoce ni una ausencia, ni un mísero retraso que eche a perder su impoluto expediente laboral. Ante todo, su actitud se debe a una educación a la vieja usanza, austera, basada en la importancia del cumplimiento del deber, del respeto a la autoridad, a sus superiores, en el sentido estricto de la palabra. Se siente inferior en un mundo en el que gente que no conoce su nombre puede un día tomar la decisión de borrarle, de mandarlo al pozo oscuro que supone el desempleo para alguien de su edad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; line-height: 32px; margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: #222222; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 9.5pt; line-height: 25.3333px;"> Todo esto, que pudiera parecer el retrato preciso de un individuo, no es más que el patrón de uno de tantos prototipos en los que se acomoda el ser humano, un marco en el que encajaba a la perfección una personalidad cincelada a base de necesidades y rutinas. Reconozcamos que Julián no es nadie especial y que apenas merece dos brochazos para esbozar el garabato de su avatar. Partiendo de esta premisa, nos podremos ahorrar detalles intrascendentes de su historia y centrarnos en la gradación del gris al negro, del anonimato laboral, al miedo a estar en el punto de mira y pasar de repente a la oscuridad por una mala decisión. Y es que, sin necesidad de caer en tópicos moralistas, la metamorfosis que sufrirá Julián es de una previsibilidad y rigor casi científicos. Inicialmente a su pesar, y de la mano de un innegable temor disfrazado de prudencia por el poco tiempo que lleva desempeñando sus nuevas funciones, acatará sin rechistar las directrices de sus superiores, aunque le parezcan ridículas. En una segunda fase, se acostumbra a la insensatez y evalúa tan solo las consecuencias de sus acciones en los sumatorios contables. Más tarde, se refina. Aprende rápido a tergiversar el lenguaje, llamando optimización a los recortes y plena disposición a la explotación. Espolvorea sus correos electrónicos con términos empresariales en inglés, aprendidos en formaciones de gente que asiente con la cabeza mientras dormita. Se complace al percibir cierto temblor en el tono de voz de sus hasta ahora compañeros cuando los llama a su despacho y los pone a prueba para comprobar sus capacidades, camuflando de urgencia y prioridad tareas del todo dispensables. Julián ya no es Julián, es el responsable, un cargo, una firma autorizada. El hombre promocionado, que ha pasado del gris al gris, se cree letra mayúscula en un mundo de números prescindibles.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; line-height: 32px; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; line-height: 32px; margin-bottom: 0cm;">
</div>
<br />
<div style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: medium; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; font-weight: normal; letter-spacing: normal; margin: 0px; orphans: 2; text-align: start; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 2; word-spacing: 0px;">
<br /></div>
</div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-4243865018808290392016-11-13T11:41:00.002+01:002016-11-13T11:42:59.406+01:00Amor platónico<div class="MsoNormal">
―Tía, pues yo no he roto nunca un
plato, pero me va la república.</div>
<div class="MsoNormal">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Qué tendrá que ver eso con lo
que estamos hablando. Te digo que no me voy al parking contigo. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Ni que fuera a violarte, mira necesito hablar contigo de
tranqui, me ha pasado una movida muy rara en ese garito. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
― ¿Y qué tiene que ver la república con esa movida? A ti lo
que te pasa es que me has visto con pinta de punkarra y te piensas que soy una guarra. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
― Toma rima. No sé de qué pintas me hablas, si eres una yogurina,
se te ve a la legua, por mucha cresta que me lleves. Seguro que tus padres te
pagan los vicios, la paguita para la niña. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―A mis padres ni los mentes, y la pasta me la saco yo
currando entre semana cuidando a mocosos que tienen más cerebro que tú.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
― ¡Qué <i>hijaputa, </i>cómo
molas! Me gustan las chatis cañeras. ¿Nos partimos otro cuartito?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Creo que has tenido ya bastante con librarte de que el
cachas te abriera la cabeza cuando te has puesto a gritar que toda la peña eran
sombras, en la entrada. Y yo tonta por hacerle caso a mi prima y acompañarte
para que no te pidieran el DNI. Que si las parejitas entran del tirón y ahora a
la mierda con esa paranoia que te ha entrado. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Pero es que eran sombras que hablaban, más reales que tú y
que yo ahora mismo. Se las veía al fondo de la pista, moviéndose como si fueran
serpientes humanas, reptilianos, qué mal rollo. Y casi no se las veía, porque
la luz de la pista las hacía cambiar, parecía que se escurrían para que no las
tocara el láser. Todo mazo oscuro, pero se distinguían por encima de los
pódiums, de las barras, de los altillos, como si fueran más negro que el color
negro, con brazos y piernas normales, pero las cabezas alargadas, como un balón
de rugby.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Como el mito de la caverna, vaya.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―¡Exacto! Oye, tía, un momento, ¿conocesese mito?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Pues como todo el mundo, porque he leído La República de Platón.
No va a ser de oídas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Qué paranoia. Y yo antes hablando de la república, aunque no me
refería ver con la obra del fundador de la Academia. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Es un malentendido que le disculparé gustosa, ya que veo que
conoce al insigne filósofo. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―¿Estamos entre pares, pues?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Así parece, arranquémonos las máscaras, abandonemos este
encorsetado papel de jóvenes incultos que quieren integrarse en la plebe. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―¿Qué nos está pasando, tía? Me entra un chine raro y noto de
repente como un cosquilleo en la nuca que me hace soltar palabros, y usted me
disculpará haber usado un término incorrecto, cambiando de género a tan común
sustantivo. Me refería a un lenguaje que se me antoja inusitado entre gente de
nuestra edad y condición. Mierda puta, ¿qué cojones?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Es el tripi, esto no es ni
medio normal. Espero que sepa excusar esa burda expresión que ha salido de mis
labios. Ni sé qué es un tripi, ni mucho menos qué puede ser algo “medio normal”.
O algo es normal, o excepcional, no creo que haya término medio. Joder, mira,
mira las sombras bailando entre los coches del parking. Tengo mazo ganas de
gritar, pero no puedo, como si estuviera soñando.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Aferrémonos a nuestro último recuerdo, querida, obviemos lo que
nos rodea, ese ruido atronador que se asemeja a los timbales del averno. Yo… yo
estaba experimentando los efectos de la absenta, he de reconocerlo, para
explorar un nuevo discurso narrativo, ya que soy un poeta de avanguardia. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Mi marido es médico y sustraje de su consulta un frasquito de
éter. Me habían hablado de sus efectos beneficiosos, a la hora de aplacar el
furor uterino que sufro, disculpe usted la cacofonía. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Creo que me estoy cagando, no sé si de miedo, o porque me ha dado
un chungo. Joder, voy y vengo, pero las sombras están ahí, como en el mito.
Pero qué mierdas de mito, si no sé ni de lo que hablo. Ya regreso, trato de
aferrarme a mi auténtica naturaleza. La palabra será el guiño definitivo, estas
personas deleznables en las que parecemos estar atrapados emplean un lenguaje
entre soez e incomprensible. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Amémonos mientras podamos, siento que el éter se apodera por
completo de mí, tal vez esté ya del todo desfallecida sobre la cama. No creo
que tengamos acceso a una explicación de lo que sucede, somos sombras como las
que bailan a nuestro alrededor, sombras en busca de una realidad. Tío, no sé
qué me pasa, pero estoy tope cachonda, vamos al coche. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―Estoy de acuerdo, dejemos que fluyan nuestros espíritus y tal vez
así logremos regresar. Estoy palote. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
―¡Oh, dulce misterio de la vida, por fin te he encontrado! Dale
cabrón, dale. <o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-33572966086655690952016-10-12T11:55:00.000+02:002016-10-12T11:56:33.520+02:00La otra cara<div class="MsoNormal">
<span style="color: #0a0a0a; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Mario tiene cuarenta y dos años y vive con sus padres:
la peor combinación. No es la peor combinación en sí misma, pero sí lo es si
quieres conocer a una chica. Inmaduro, insolvente, tarado, o una combinación
nefasta de todo ello; es lo primero que piensan sobre él. O lo que él piensa
que piensan, esa su imagen proyectada en la sala de los espejos deformados que
es siempre imaginar cómo te ven los otros. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<span style="color: #0a0a0a; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Mario, además, no tiene bastante con
suponer lo que opina la gente sobre él, sino que se considera feo, torpe e incapaz
con las mujeres. Por eso se ha dado de alta en una web de contactos, un
ecosistema cargado de poses y expectativas en el que el anonimato le da la
suficiente confianza como para abordar a alguien que le guste. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<span style="color: #0a0a0a; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Su perfil no tiene foto, pero con el
tiempo ha ido ganando experiencia en el manejo de estas redes y compensa la
falta de imagen con un trabajado misterio que levanta a su alrededor y con una
entrada espectacular con la que obtiene respuesta en multitud de ocasiones. Si
la primera imagen es muy importante, no lo son menos las primeras palabras, el
anzuelo en el que espera pacientemente pescar la atención de alguna chica. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<i><span style="color: #0a0a0a; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Creo que tu ficha no está completa. Tu foto dice mucho más que tu descripción…<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<span style="color: #0a0a0a; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Y aunque sea una fórmula impostada, un
abrecartas con el que empezar una conversación, no deja de ser verdad. Hay días
en los que se dedica simplemente a observar el carrusel de rostros que
conforman el portal de contactos, una noria de aceptaciones o rechazos, en los
que la frivolidad puede en ocasiones dar paso a la curiosidad y a un ir más
allá. Le sucede esto último con Clara. A su foto le envuelve un halo de
tristeza innegable. Está hecha en su casa, ante el espejo del recibidor.
Vestida de noche, como si fuera a salir de fiesta, su sonrisa está algo
vencida, con los labios prietos y la mirada entre triste y avergonzada. Sí, su
foto dice mucho más que su descripción, muy escueta y genérica. Apenas menciona
que le gusta salir a tomar algo, pero que también es amiga de pasarse una tarde
de peli y mantita. Un clásico. Pero nada de viajar, de hacer deporte, ir a
restaurantes o ir de compras.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #0a0a0a; font-family: arial, sans-serif; font-size: 10pt;"> Mario deduce que Clara es una persona solitaria, ya
que todas sus fotos son </span><i style="color: #0a0a0a; font-family: arial, sans-serif; font-size: 10pt;">selfies</i><span style="color: #0a0a0a; font-family: arial, sans-serif; font-size: 10pt;">
sacados en su casa, una chica que por el aspecto de los muebles y por la ropa
que lleva seguramente es de clase baja, con pocos medios y mucho lastre.
Fantasea con alguna ruptura sentimental reciente que aumente su fragilidad, las
ganas de encontrar alguien que la proteja, que sea bueno con ella. Le escribe y
ella contesta. Un poco tarde, lo que ya le hace dudar sobre si estaría hablando
con otro al que su inseguridad le atribuye automáticamente virtudes
insuperables. Sin dudarlo, será más atractivo, ingenioso, decidido y sexual que
él. Se conoce ya demasiado como para no reírse de su pusilanimidad, así que se
sacude el miedo y sigue escribiendo. Tres horas más tarde, se acuesta con una
sonrisa.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #0a0a0a; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #0a0a0a; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Al día siguiente, despierta con un mensaje de ella
dándole los buenos días. Prueba superada, en un medio en el que la gente
desaparece sin un mínimo de cortesía.
Siguen hablando, cada vez más a gusto, contándose intimidades que en
persona les hubiera costado tal vez semanas en confesarse. Y aunque están de
acuerdo en que lo importante es el interior, ese tópico absurdo que conviene
decir para parecer sensible y que en realidad lo que hace es negar que la
persona es un todo, Mario sabe que tarde o temprano tendrá que enviarle una
foto, porque ella ya le ha soltado alguna indirecta al respecto. Es algo que
nunca hace, porque su inseguridad acrecienta el temor a mostrarse, a descubrir
su fealdad objetiva, contundente, ineludible. Se siente sucio al hacerlo, pero
busca en Google la imagen de un Juan Nadie que le resulta atractivo. Es tan
sencillo como teclear, por ejemplo, <i>Javier
González, </i>un nombre corriente cualquiera y escoger cualquier imagen que
resulte verosímil.</span><br />
<div style="text-indent: 0px;">
<span style="color: #0a0a0a; font-family: arial, sans-serif; font-size: 10pt; text-indent: 35.4pt;"> Y ha acertado, porque en cuanto le envía
la foto a Clara, nota en esta una reacción inmediata, de la que seguramente
ella no sea consciente, pero que él percibe como una puñalada que debe asumir
en silencio. La mentira, la imagen de aquel hombre de facciones viriles y ojos
verdes, hace que ella se muestre mucho más interesada, que diga tonterías como
si fuera una adolescente enamorada, irradiando una ilusión que a él empieza a
parecerle tediosa y superficial. Siendo él un impostor, traslada el desprecio
que siente por su propio cuerpo a las palabras de Clara y piensa para sus
adentros que es una persona superficial, que sólo ha mostrado interés tras
enviarle la fotografía. Desconoce que se engaña a sí mismo, que al ocultarse
tras una máscara ha matado para siempre aquella relación que parecía basada en
la sinceridad y la ilusión y cuando ella insiste en quedar, acepta sólo por
hacerle daño, por dar una excusa de última hora y dejar plantada a otra niñata
más que seguro que no tiene nada mejor que hacer en la vida. Entra en el
portal, bloquea a Clara y sigue buscando otra derrota en la que sentirse
vencedor.</span></div>
</div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-64077106780399597062016-09-20T07:55:00.002+02:002016-09-20T07:55:40.345+02:00Juego sobre negro<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
El personaje se halla de nuevo sentado en el suelo
de una sala cúbica de color negro. No hay ninguna puerta, ninguna abertura en
las paredes pero, a pesar de ello, una luz blanquecina ilumina la estancia
tenuemente. Tiene ante sí un tablero. Parece una variante de parchís con un
recorrido en forma de círculo, sin salidas, sin llegada. Una única ficha se
dispone sobre el extraño juego, un pequeño prisma transparente. El personaje
esconde un dado en una mano. Este dado tiene las seis caras totalmente negras,
sin ningún número inscrito <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
.<br />
Por pura crueldad del escritor, el personaje tiene un temperamento reflexivo,
inclinado a las cavilaciones metafísicas y a las angustias existenciales. Como es
de esperar, esta indeseable condición le provoca no pocos quebraderos de
cabeza, teniendo en cuenta su naturaleza ficticia y la extraña situación en la
que se encuentra inmerso. Como ente literario, se ve sometido a una perpetua
reencarnación en las más diversas fisonomías: ahora es una mujer madura, ahora
un anciano de rasgos orientales, un joven de cabellos rubios o algún personaje
famoso. Su aspecto físico depende por completo del capricho y la capacidad recreadora
de quien lee el cuento. En ocasiones su rostro es una mera neblina donde sólo
se distinguen los ojos; en otras, las más, es un rostro anodino, o tiene los
rasgos de algún actor o famoso. Pero todo es posible , hasta llegar a ser la
figura marginal de un cuadro en una visita fugaz a un museo, quien sabe de qué
ciudad, quién sabe por qué soterrado en el subconsciente del lector.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br />
Lo que no cambia nunca es la sensación de desasosiego que le produce el hecho
de formar parte de un relato de marcado carácter surrealista, en el sentido más
amplio del término. Se ve abocado a la ya para él inevitable rutina de unas
reflexiones que le aburren por completo. Muchas de ellas conducen a los dogmas
de la filosofía de bolsillo, a la crítica literaria de andar por casa. La
escena es absurda, garrapiñada de simbolismo y cada uno de los lectores no
puede evitar especular sobre su significado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
A él, lo que en verdad le interesa es descubrir de
una vez por todas las reglas del juego que tiene ante sí, entretenerse con
aquel tablero circular. Así de simple. El pobre infeliz ignora que él mismo es
objeto de juego entre al autor y el lector, un símbolo de difícil comprensión
sobre el destino del ser humano, según la crítica más canónica o una simple
broma sin valor literario alguno, según no pocas voces discrepantes. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br />
Lo peor de todo es que las preocupaciones que le atormentan y le impiden
averiguar las reglas del juego ni siquiera son suyas. Es más, por exigencias
del guión, permanece todo el rato en silencio y en todo el cuento sólo se
insinúan lacónicamente sus pensamientos en una oración: "se encontraba
pensativo". Es esta indefinición la causa por la que se ve obligado a
soportar todas las interpretaciones que hacen los lectores sobre lo que le
ronda por la cabeza. <o:p></o:p></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
Ya sólo no es responsable de su propio aspecto,
sino que ni siquiera puede llegar a una conclusión medianamente juiciosa que
resuelva sus dudas. En el extraño purgatorio donde descansa entre lectura y
lectura, se dedica a soñar destinos mejores. ¡Cómo desearía haber formado parte
de uno de un <i>western</i> de Marcial Lafuente Estefanía! Tampoco pide mucho, un
sencillo papelillo de borracho, o ser un simple cactus tostándose al sol de
Arizona, o un perro pulgoso, si una puta de <i>saloon</i>
con aliento a whisky barato... Cualquier cosa menos no ser nada, ser una mera
máscara en un escenario simbolista. ¡Es indignante! Ha de aguantar con
estoicismo lecturas mecánicas y desinteresadas que provocan que no piense nada
en absoluto, interpretaciones críticas que lo relacionan con un relato breve y
primerizo de un catalán exiliado a Méxoico o con una corriente postsimbolista belga,
comentarios de texto errabundos de adolescentes con más acné que neuronas y un
largo etcétera de dislates similares.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
Así, tan
pronto se encuentra, muy a su pesar, pensando en la muerte o en la noche
eterna, como en la castración de un supuesto padre perdido a los quince años. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
Pero ningún indicio sobre las reglas del juego, si
es que se trata de un juego.<br />
Reiteradamente, los elementos de su entorno cobran un significado que se
metamorfosea hasta la exasperación: el prisma simboliza el relativismo
perspectivo o es una joya de propiedades mágicas desconocidas; el tablero es
una metáfora del eterno retorno o una suerte de artilugio espiritista; la
habitación se relaciona con el dado y se convierte en un símbolo del azar al
cual estamos condenados; la luz misteriosa no es sino el raciocinio. Lectura
tras lectura, nuestro personaje parece alejarse de la cada vez más deseada respuesta que resuelva sus dudas. Hay,
eso sí, una excepción francamente inquietante. La desazón que le producen todas
estas desafortunadas hipótesis interpretativas no es nada comparada con el
pánico que le invade en cada reencuentro del propio autor con su cuento
favorito, aquel que le ha hecho tan famoso como iniciador de la llamada
narrativa pictórica minimalista. En esas ocasiones, el desdichado protagonista
reconoce de inmediato que quien lee el cuento es su propio creador. Como un
latigazo, centellea en su mente una carcajada cargada de desprecio que le hace
desear haber sido una simple hoja arrugada, una nada verdadera, un silencio
puesto en blanco. <o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-45322650817573995782016-05-22T20:52:00.004+02:002016-05-28T10:54:12.438+02:00Pelusas<div class="MsoNormal">
Jaume Castelar era muy exigente a la hora de escoger un hotel, aunque no aplicaba los criterios acostumbrados a la hora de evaluar uno. El establecimiento tenía que reunir las mínimas comodidades para que la estancia no se hiciera insoportable, pero tenía que caracterizarse por cierto grado de descuido y relajación en la limpieza.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal">
No buscaba alojarse en una pocilga, pero sí en un lugar cuya gestión fuera lo bastante relajada para que no extremara la limpieza, para que al cerrar la puerta tras de sí no se encontrara con la asepsia perfumada de la mayoría de hoteles, con esa ficción de un espacio a estrenar, impoluto y frío.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
A Jaume lo que le gustaba era encontrar restos. Había rincones que no fallaban nunca, como la parte trasera de la taza del baño, o las juntas de las puertas y armarios, pero revisaba también debajo de los colchones y en los desagües, sacaba las cajoneras y levantaba los cojines. Su particular tesoro podía ser un cabello, el ticket arrugado de un parking, un pañuelo de papel reseco o el borde dentado del envoltorio de un preservativo, una nota con la lista de lugares que visitar: escamas desprendidas de unas vidas ajenas, sobre las cuales se complacía en fantasear.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Tendido en la cama, trataba de concentrar todos sus sentidos para alimentar su imaginación, para tratar de recomponer y recrear lo que habría pasado en la habitación horas antes. Amantes furtivos, comerciales amarrados al mueble bar, jóvenes parejas, quizás alguien con una enfermedad incurable de viaje en busca de un especialista que le diera una esperanza, niños saltando sobre la cama, centenares de vidas tangenciales con las que nunca se cruzaría, pero cuyas huellas podía percibir, absorber, asimilar. Sonreía, se emocionaba, se excitaba o hacía una mueca de disgusto, palpaba la superficie de los muebles, pegaba la oreja a la pared, se tendía en el suelo como un cadáver rodeado por una tiza, creía reconocer ecos del placer, una tos lejana, palabras provenientes de otras habitaciones que luego él repetía como la salmodia de un culto gris.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Cuando dejaba el hotel, salía a la calle con el ánimo encogido, abrumado por la desnudez de todo aquello que le rodeaba y volvía a caminar sobre el círculo de siempre con la esperanza de que alguien encontrara señales de su vida y le dejara una respuesta, algún mensaje en una habitación anónima que le confirmara que seguía estando vivo. </div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-64761555954523567282016-05-07T09:29:00.002+02:002016-05-07T09:29:52.124+02:00Poema en tres actos<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>Seré la clau que obre tots els panys<o:p></o:p></i></div>
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<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Vicent Andrés Estellés<o:p></o:p></div>
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ACTO I<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
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Llegó a casa eufórico, porque todo reflejo en la mirada de ella había flotado sobre una ensenada amable en la que enterrar para siempre sus miedos. Aquel beso a la salida de la cena de fin de curso, beso furtivo porque la chica de pelo rizado tenía un novio que él presumía adulto y experto, corroboró la precisa concordancia del universo. No le costó nada escribir el poema, arrastrado por lo que él entendía como amor y no era más que deslumbramiento y afirmación. En apenas diez minutos, tenía ante sí la llave que abría todas las cerraduras. Aquellas palabras encerraban sonidos que parecían concordar con el deseo, con la partitura balbuceada de un futuro demasiado tiempo postergado y que ahora era luz y presente, tacto y sueño encarnado.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal">
A la mañana siguiente, releyó el poema y pensó que ella merecía mucho más. Repasó los apuntes de métrica y empezó a contar versos tamborileando con los dedos sobre la mesa de su habitación.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
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ACTO II<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
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En la presentación de su primer poemario, mientras el editor diserta sobre las dificultades de publicar poesía, al poeta le da por recordar aquellos primeros versos dedicados a aquella chica cuyo rostro empieza a desvanecerse por el paso del tiempo y que marchó con su familia a la capital, para no volver jamás. Aquella bisoñez enternecedora con la que escribió sus primeras composiciones no tiene nada que ver con la densa maraña simbólica y conceptual que conforma el libro que tanto le ha costado pulir, en un laborioso y constante proceso de orfebrería textual. Cada palabra, cada combinación de sonidos, cada referencia soterrada tiene un peso molecular insustituible en el entramado del libro, que se muestra como un todo, como un constructo poético que a él le gusta imaginar como un erizo enroscado. Y no anda desacertada la imagen: <i>es un poeta difícil</i>, dicen de él. El mayor de los halagos.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal">
A media noche, después de firmar algunos ejemplares y haber saludado a los corrillos, compuestos principalmente de poetas que no se leían entre ellos, decide volver a casa solo, un poco mareado por el vino. Ya en la calle, oye una voz femenina y se gira.<o:p></o:p></div>
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ACTO III<o:p></o:p></div>
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Su mujer murió hace ya cinco años y le queda la compañía de los libros. Rebuscando entre ellos, encuentra, dentro de un ejemplar de las Metamorfosis de Ovidio, el manuscrito de su primer poema: amarillento, con una letra redondeada que le resulta infantil, inocente. Entiende ahora por qué dejó de escribir poesía justo después de haber logrado publicar, el porqué de la consabida elección del silencio al que se ven abocados tantos poetas. Las palabras son muletas insuficientes.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
El índice tembloroso de su mano envejecida repasa el contorno de aquella caligrafía que le resulta tan ajena y cree sentir, por un instante, el tacto de los labios que crearon aquel primer poema.</div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-30965737949419285082016-04-16T13:02:00.002+02:002016-04-16T13:02:24.463+02:00Enredos<div class="MsoNormal">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.pitodoble.com/imagenes/enredos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://www.pitodoble.com/imagenes/enredos.jpg" height="243" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Pepe, no seas pesado, que me duele mucho.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Eso es porque no estás respirando bien. Concéntrate en el diafragma, piensa que es una cama elástica que se tensa cuando llenas los pulmones.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<o:p></o:p>―De momento estoy concentrándome en tu pie, para apartar la cara y que no me saques un ojo con la uña del pulgar, menudas garras.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Clara, no me seas tiquismiquis y haz el favor de no decir tonterías, si me cortaste las uñas el mes pasado. Trata ahora de apoyar el vértice izquierdo de tu pelvis sobre mi lumbar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
― ¿El vértice de mi pelvis? Y yo sin saber que tenía eso.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Me harás reír y al final perderemos el equilibrio. Estoy tratando de condensar la gravedad en mis ingles, para que la sangre se agolpe justo ahí donde necesitamos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―¿Y para eso tengo que estar como la niña del Exorcista? Yo sé de una manera más sencilla, me la enseñó una amiga del club de lectura.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Ya me imagino quién puede ser, creo que oposita para estar en otro tipo de clubs.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Cariño, haré como que no he oído ese comentario. Parece mentira, en un hombre que propugna el culto al cuerpo como tú, que te escandalices de según qué cosas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Sólo me escandalizo de tu falta de flexibilidad, que pareces una columna dórica.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Sí, la columna a la que me ha atado un torturador. Maldita la hora en la que tuviste la ocurrencia de practicar esto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―¿Preferirías estar casada con un enclenque que no se cuidara? Anda, acerca el ombligo a tu espina dorsal.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Bonita manera de decir que meta barriga.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Así, muy bien, tú puedes. No te preocupes por el sudor, es señal de que lo estás haciendo como toca. Ahora suelta aire poco a poco, como si tuvieras un plumero a un palmo de tu cara y trataras de respirar sin que se moviera.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―El plumero es lo que se te empieza a ver a ti. Que te digo que no.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Ya casi lo has conseguido querida, mantén la pelvis neutra, mientras conectas con el centro.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―¿Pero tú me estás escuchando? Con el único centro que voy a conectar es con el de salud, como sigas insistiendo. Si ya sabía yo que esto del Pilates era un rollo macabeo de los tuyos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―¡Shhh…! Suelta vértebras mientras trato yo de cerrar las escápulas en V.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―No sé qué serán las escápulas, pero cerrar, te voy a cerrar la boca de un guantazo como no me hagas caso. Que no, Pepe, ¿es que no ves que tú tampoco puedes?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Aparta el codo y déjame que pase la página del libro. Pues no.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―¿Y no será que el Pilates no sirve para lo que te dijo tu hermano? Mira que es un guasón y su mujer una flacucha que no le veo yo pinta de que pueda…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
―Espera, que creo que ahora, si soy capaz de activar el núcleo de la línea D puede que…</div>
<br />
<div class="MsoNormal">
―¡Ay! ¡Joder, Pepe, vete a la mierda ya tú, tu hermano, el Pilates y tu puta manía de metérmela por el culo!</div>
Fleischmanhttp://www.blogger.com/profile/08153812275436710338noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-455685892031902050.post-12913031748881342812016-03-12T22:32:00.001+01:002016-03-31T20:46:02.068+02:00Caducidad<div class="MsoNormal">
<div class="MsoNormal">
Hasta que mi sexta pareja me dejó, no caí en la cuenta de que todas mis relaciones habían durado exactamente 347 días. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Constatada la veracidad de la extraña rutina temporal, tengo ahora al menos el tacto de declinar por defecto cualquier sugerencia de matrimonio, compra de vivienda o proyectos vitales que incluyan tener descendencia, para evitar futuros malentendidos y disgustos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Me guardo, eso sí, el derecho de no comentar la existencia de la maldición a mis novias con fecha de caducidad, pues una cosa es sufrir los efectos de la fatalidad y otra muy distinta renunciar por ello a los placeres de la vida. Amo y trato de hacer feliz a quien está conmigo, tratando de ajustar siempre los tiempos hasta el desenlace inevitable, aunque la tensión que provoca la cercanía de la cifra maldita hace que empiece a comportarme de forma impropia desde mucho antes de lo que quisiera.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
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<div class="MsoNormal">
Ahora mismo, por ejemplo, no hace ni diez días que he empezado a salir con mi actual novia, que es un cielo de ojos grises que me adora y ya le he puesto los cuernos tres veces, lamentando en todo momento no tener la oportunidad de aspirar a una relación feliz y duradera que evite que me comporte de forma tan reprobable.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
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<br />
<div class="MsoNormal">
Pero aunque me duela hacer daño, no puedo evitar enamorarme. Puede que siga repitiendo este patrón durante toda mi vida, quejándome a mis amistades de que ninguna mujer me dure un mísero año. O puede que algún día me relaje y deje de condicionarme la numérica certeza, la misma que me hizo contar los días en el calendario cuando Martita, mi primera novia de la universidad, me dejó por el profesor de Estadística.</div>
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